MONDO FISHON
› Por Victoria Lescano
Waist Down (“Talle bajo”) es el título de la retrospectiva que contiene cien modelos de faldas pertenecientes a numerosas colecciones otoño-invierno y primavera-verano realizadas por la diseñadora y ex militante del PC Miuccia Prada, y que se exhiben en su tienda de Nueva York hasta el 31 de mayo. En el comienzo del recorrido, algunas cuelgan de maniquíes blancos con torsos desnudos, y tienen espejos y lupas que permiten observar con precisión los ricos bordados; y en los interiores de ascensores, otras devienen lámparas de pie (un pedal en el pie permite encenderlas o apagarlas). Con la misma arbitrariedad arty, en las salas contiguas hay modelos de organza rosa selladas entre capas de celofán, en claro homenaje al mundo de las tintorerías, y hasta secuencias de faldas negras que cuelgan de ventiladores de techo.
El anfiteatro con estantes de últimos modelos de zapatos las muestra colgando de las paredes y simulando un tapiz pop art. El montaje contempla también ampliaciones tamaño XL de fotografías con collages de atuendos con la cintura baja en cuestión, tomadas en el contexto de los desfiles de semanas internacionales.
En otra capital de moda, más precisamente en Londres y con el título Italian Kings of the B, la Fundazione Prada invitó durante abril a otra acción de moda y arte: fue el estreno de un ciclo dedicado al rescate y la remasterización de films. A la salida de la proyección de Milano Calibro 9, la audiencia coincidió en que los fabulosos superlooks de los años ’70 contenidos en ese film parecían haber inspirado varias colecciones de Miuccia P.
Al margen de su labor filantrópica vinculada con el cine (y en ocasiones con el coleccionismo de arte), la firma célebre por valijas y carteras de mano que usaron las elegantes de principios de siglo XX y que, tras el arribo de la rebelde Miuccia, devinieron mochilas de tela de avión, irrumpe además en el título de un film muy próximo a estrenarse. Se trata de El diablo usa Prada, dirigido por David Frankel e inspirado en la novela homónima de la americana Lauren Weisberger. Cuentan que la escritora, una rubia asceta que hizo varias pasantías en publicaciones de moda, delineó al personaje diabólico en cuestión inspirándose en Anna Wintour, la elegante directora de la Vogue americana. Al correlato cinematográfico lo encarna Meryl Streep, y todo indica que, en sus constantes declamaciones sobre marcas y creadores de moda, el guión contiene un homenaje a Diana Vreeland, la más excéntrica de las editoras de moda.
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