MONDO FISHON
› Por Victoria Lescano
Así como Miu Miu or Ck fueron noticia a fines de los años ’90 por sus precios un poco más accesibles en diseños firmados por Prada o Calvin Klein, los nuevos desarrollos en segundas marcas remiten a tres nombres vinculados con la vanguardia de la moda internacional.
A uno de los casos lo ilustra la flamante McQ, proyecto paralelo del inglés Alexander McQueen al que su autor calificó de “prendas jóvenes y edgy que querrías llevar todos los días y conservan un fuerte sello distintivo”. La línea en cuestión admite vestidos a cuadros en algodón, jeans con bolsillos bordados, miniskirts y chalecos de cuero con flecos, y en su presentación en cuatrocientos puntos de venta predicó el rescate del estilo de vida de los adolescentes mod de los años ’60.
Por regla general, las siluetas de pantalones y chaquetas ideadas por el diseñador belga Nicolas Ghesquiere, actual diseñador de la clásica firma Balenciaga, devienen último grito de la moda. Hasta el momento, los seguidores del creador debían limitarse a comprar sus copias desarrolladas por la industria y, atento a esa dificultad por llegar a guardarropas de modo más democrático, Ghesquiere lanzó en el 2006 tres líneas de segundas marcas bautizadas Capsules.
Los básicos que las contienen están a su vez encapsulados en tres apartados bautizados a modo caprichoso y con extraños puntos ortográficos .Knits, .Pants y .Silk (cuyas traducciones significan Tejidos, Pantalones y Sedas) y se anunció el próximo arribo de un cuarto subgrupo denominado .Leather.
Los tejidos, pantalones, vestidos, tops y piezas en cuero siguen su metodología de investigación en cortes y tejidos. Y los precios arrancan en ochenta euros para detenerse en los 600.
Karl Lagerfeld, diseñador de Fendi, Chanel y Lagerfeld Collection, lanzó una firma más accesible, tal vez para redimirse de una asociación trunca con el holding popular H&M de hace un tiempo.
Las primeras prendas fueron remeras en tonos neutros que el creador alemán sacó a la venta en los principales almacenes norteamericanos con la asistencia en estilismo de Melanie Ward. El lanzamiento estuvo acompañado de una edición limitada de camisetas blancas estampadas con una foto del diseñador tomada en los años ’60, que lo muestra ataviado con camisa blanca, saco y corbata, pelo corto moreno y gafas, y le confirieron un extraño parecido a Marcello Mastroianni en el rol de reportero de La dolce vita.
Pese a lo cual, Karl declaró: “No pienso usarlas, es difícil llevar una estampa con mi propia cara, pero con cuarenta años de diferencia”.
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