El colmo de la estética castrense fue pregonada por “Moncler Gamme Blue”. El desfile transcurrió en una puesta de camastros, emulando una trinchera de la moda o tal vez algún campus para montañistas retro. La trama irrumpió con docenas de modelos despertando por el tronar de trompetas a la usanza militar. Acto seguido, comenzó un acting de moda durante el cual fueron cubriendo sus pijamas símil enteritos de lycra color beige superponiendo bermudas, chalequitos con rayas y un juego de capa sobre capa (lo que el vulgo llama “efecto cebolla”) para salir al día abrigadísimos y muy lindos protegidos por anoraks, capuchas, gorros y botas a prueba de todo. Tal colección fue producto de la alianza del diseñador Thom Browne con la sofisticada firma de ropa de ski Moncler. Durante este happening, que transcurrió en Milán, los armados de looks –siempre con el sonido de la trompeta como soundtrack– fueron supervisados por hipotéticos oficiales: hubo mucho humor en modos de uso de anoraks, pantalones verde loro o amarillo y las chaquetas a rayas.

Si en algo coinciden todas las puestas aquí y allá es en el esfuerzo por halagar la extravagancia masculina: cúmulos de botones dorados como ornamento en hombros y mangas, lucidos como si fueran joyas (la sastrería renovada de Burberry Prorsum), refinados guantes de cuero marrón en la colección del californiano afincado en París Rick Owens, con una apuesta hacia la superposición de capas de lana, los cardigans con morfologías rara avis, las capas rematadas con piel. Los modelos de Rick Owens son, en su mayoría, pelirrojos y andróginos con botas color suela y a veces luciendo tops brillantes y sin mangas cual estrellas de glam rock drapeados con guantes a la usanza de Rita Hayworth en el film Gilda.

Mc Queen sumó a su sastrería british y provocadora, colitas de piel, sweters con puntos de calavera, capucha y barbijo, plus maxi tapados en blanco y negro con cuidadas estampas de efecto tie dye. Las 34 pasadas del diseñador belga Raf Simmons irrumpieron con el paño inglés más clásico, azul marino, sacos para ejecutivos con botones cruzados para luego mutar a revolucionarios usos del loden, provocadores abrigos mitad falda, mitad saco, combinaciones de paño y cuero con caídas y bieses. En sus declaraciones a la prensa citó a sus diseñadores favoritos: Helmut Lang y Jean Paul Gautier.

Los pantalones grises en todas sus variantes, combinados con chalecos y corbatas pajaritas en negro y gafas resumieron el lookbook –así se llama en la jerga a la presentación de estilos listos para la venta– en la apuesta del dúo de creadores holandeses Viktor & Rolf, que esta vez cambiaron las ampulosas puestas en escena por una alfombra con manchas grisáceas. No faltó su célebre logo sellado sobre un fondo blanco y todo sobre el fondo de un concierto acústico.