Vie 28.01.2005
las12

EL MEGáFONO

A un año del asesinato de Sandra Cabrera

Por Mesa Nacional de AMMAR*

El 27 de enero del año pasado fue el día más duro que le tocó vivir a AMMAR desde que se conformó: el enemigo nos dio muestras de que no tiene límites y que para ellos sólo somos cosas, y no debemos reclamar como personas. Parece sacado de una película, pero lamentablemente esta es la realidad que nuestro sector vive diariamente. Ante cualquier intento de querer ser libres y tener una vida digna, nos golpean, nos torturan, nos asesinan, porque total a quién le importa lo que hagan con “las chicas de la vida fácil”. Hace muy poco, ante el asesinato de una compañera en Ushuaia, el ministro de Gobierno dijo: “Que no reclamen, son los gajes del oficio”.
Por eso en Sandra Cabrera quizá se visibilizó lo que nos pasa mientras la sociedad no se entera o no se quiere enterar: 32 asesinatos en Mar del Plata, 3 compañeras asesinadas en Córdoba, 2 asesinadas en Mendoza, 1 asesinada y 1 desaparecida en La Pampa, y así podemos seguir una triste lista, en la que nunca se encontraron asesinos o se los dejó sueltos, y jamás se investigó quiénes fueron los que se beneficiaron al silenciar a estas trabajadoras. En Mar del Plata, dijeron que era el “Loco de la ruta” y nosotras dijimos que no era así, que estaba la policía en el medio, cosa que quedó demostrada gracias al juez Pedro Hoft. En Córdoba, el asesino fue descubierto gracias a AMMAR y la gente que lo identificó: es pariente de un funcionario de seguridad y hacía trabajitos por encargo. En el caso de Sandra Cabrera, en un primer momento dijimos que fue la policía, y el tiempo lamentablemente nos da la razón: el policía federal Diego Pauluzich fue detenido como autor del crimen. Pero queremos resaltar que estos asesinatos fueron obra de varias personas, y nos atrevemos a decir que utilizados como mecanismos ideados para descartar objetos que no les servían más.
Proxenetas, fiscales, jueces, políticos y policías son los que necesitaban eliminar a estas compañeras, ya que ponían en riesgo sus negocios. Sandra Cabrera, a través de las denuncias públicas y judiciales que hizo, logró hacer cerrar boliches que prostituían a menores y maltrataban a las compañeras. A raíz de eso, recibía amenazas de muerte para su hija, lo que denunció y le pusieron custodia policial, pero –qué cosa– igual dos individuos entraron a su casa y le pusieron un revólver en la cabeza a su perro mientras le decían que se dejara de joder. Cuatro días antes de su asesinato, bajo orden de no se sabe quién, le retiran la custodia policial. El viernes anterior a ese doloroso 27 de enero, Sandra acompañó a una compañera de AMMAR a radicar una denuncia por coima contra un policía.
Más recientemente aún, los medios de comunicación informaron que 3 mujeres pudieron escapar de un boliche de José C. Paz en el que las tenían como esclavas. ¿La policía no sabía de estos boliches? Es raro que, con la publicidad que tienen, pasen desapercibidos. Juanjo Alvarez, el señor que inspecciona todo en la ciudad de Buenos Aires, ¿por qué no lo hizo en la provincia de Bs. As.? Esto demuestra que sólo les importamos cuando necesitan los votos, y que no les importa nuestra seguridad. Si no se podían escapar, ¿cuál era el futuro de ellas cuando no le sirvieran más al dueño del boliche? Serían más Sandras Cabreras. Estos crímenes no son hechos por la casualidad, sino que hay una clara causalidad: ellos quieren seguir viviendo de nuestro trabajo y no quieren perder los jugosos negocios que tienen; nosotras queremos ser libres y luchar por una sociedad más justa y solidaria. Por eso decimos que la diferencia es bien clara y la sociedad debe tomar una posición: son ell@s o nosotr@s.

* Asociación Mujeres Meretrices Argentinas

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