URBANIDADES
› Por Marta Dillon
Momentos álgidos, semanas de increíble suspenso, no sabemos si sí o si no, si comprarlos o hacer una quema pública, si gozarlos o cosernos los tajos que la natura nos ha entregado para diversas y nunca demasiado bien ponderadas actividades. ¡El Vaticano se va a pronunciar sobre el uso del preservativo! Es que resulta –habrán leído quienes leen diarios– que el Arzobispo de Milán opinó que en ocasiones, sólo en ocasiones, resultaría un mal menor usar el preservativo atento al peligro “mortal” que deviene de quienes tienen vih y pretenden seguir gozando de las venturas del sexo, siempre y cuando estos últimos estén casados como Dios(a) manda, porque en definitiva quienes osen probar las mieles de la vida sin el sacrosanto sacramento estarán igualmente en pecado. Porque esa es la excepción que contempla la “reunión de expertos” que analiza la posibilidad de autorizar el uso del látex para relaciones íntimas que por esta única oportunidad no estarán destinadas a la reproducción si no a... ¿afianzar la relación de pareja? ¿meter la sexualidad en caja ya que Ésta no se puede evitar y entonces mejor que sea siempre con la misma persona bajo el ojo avisor de la institución madre? La discusión resulta tan anacrónica que cuesta darle entidad si no fuera por los miles de católicos y católicas que esperan ser exculpados al menos durante su tránsito por este valle de lágrimas y que si no, al no poder resolver el entuerto, prefieren mirar hacia otro lado y desear que la maternidad todo lo santifique como decía mi abuelita, que en paz descanse. Lo cierto es que el detalle no es menor si tenemos en cuenta que la Iglesia sigue metiendo su cola en la demora insoportable por definir de qué se trataría la educación sexual y si ésta puede darse en escuelas y a jóvenes aún solteros o solteras y sin ganas de merecer. Seguramente no es el preservativo el único escollo, pero bien que abre huecos en el camino por el que tantos se han desbarrancado, especialmente los destinatarios de la mentada educación.
Han pasado ya más de veinte años desde que la aparición del sida brindó un nuevo relato para actualizar la culpa y el castigo; desde el mismo momento en que se comprobó que existía un método de barrera eficaz para proteger el libre albedrío y a la sexualidad en general de enfermedades que pueden ocasionar la muerte la Iglesia viene articulando argumentos engañosos para demostrar no que es pecado tener relaciones sexuales sin otro fin que el encuentro de las personas, el amor incluso, el placer en la mayoría de los casos, sino que no es efectivo para prevenir la transmisión del vih porque los poros del látex son más gruesos que el virus y entonces éste podría atravesarlo. Debe ser eso lo que analizan los expertos, cómo desdecirse después de años de inventar sandeces que hasta el año pasado cualquiera podía escuchar en los talleres de anticoncepción de los Encuentros Nacionales de Mujeres en los que las escenas de lucha libre entre feministas y católicas/os ya son un lugar común. O sea que, anacrónica o no, la discusión sigue confundiendo, abundando en argumentos, entorpeciendo el derecho de las personas a contar con buena información y con espacios de diálogo en los que lo fundamental sea aprender a cuidarse y a cuidar a otros y otras antes que pensar si el infierno nos espera después de algún desvío. De todos modos, bienvenida sea la amenaza de que el preservativo va tener nuevas palabras por parte de la autoridad máxima de la Iglesia Católica puesto que así nos permite recordar las bondades de este adminículo que cuando cualquier madre encuentra en el dormitorio de su hijo o hija trae una efímera tranquilidad (ya sabemos cómo son los y las adolescentes de incontinuos) de que al menos existe la conciencia de que no todo se debe echar a la suerte. Teniéndolo a mano la libertad se abre como un horizonte en medio de La Pampa, con él como aliado el deseopuede hundir su filo y no dejar que el aguijón se haga herida porque total las huellas de una noche de amor quedarán en el alma (puede reemplazar aquí con la palabra que más le guste) y no en el cuerpo. Es algo parecido a tocar las llaves de casa y la plata para el taxi cuando una de pronto se encuentra perdida en una fiesta o en cualquier otro lado y la curiosidad la empuja a permanecer aunque se haya ido el resto de los amigos. El preservativo, amigos, amigas, es un aliado invalorable que permite hacer lo que una quiera, siempre que haya eco del otro lado. Hay quien dice que es un obstáculo, puede ser. La ropa también es un obstáculo y sin embargo nadie desespera, no desiste del placer porque necesita unos minutos más para dedicarse a los botones. Entonces aprovechemos que hay expertos que piensan qué decir sobre esa gomita. Mientras, tenemos tantas cosas para agregar...
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