En Ambiciones, Susú Pecoraro es la hermana de Antonio Birabent; en Amor en custodia, Solita Silveyra es la novia (de la misma edad) de Osvaldo Laport, y Chiche, bueno, en las propagandas Chiche no tiene una cara que delate el paso del tiempo porque lo suyo es la abnegación atemporal e incólume (a las pruebas: el avisito electoral, claramente inspirado por una agenda de género, de la mujer que cuelga una sábana con corazoncito que reza “queremos a Chiche”). Suspira frente a la tele, una, porque piensa que podría ser peor. Podría pasar, por ejemplo, que volviera a juntarse el dúo el-tiempo-no-nos-hace-ni-hará-mella, como el año pasado cuando Padre Coraje era la cita de cada cena y Nacha apareció como hermana de Leonor, o alguna astuta gerencia podría programar en cualquier momento una especie de reality con chicas grandes compitiendo por ver quién se acerca más al espíritu Dorian Gray. De todas maneras no es poco lo que hay, por no decir que alcanza y sobra. La verdad sea dicha: una es sólo una chica y se confunde cuando las imágenes son tan, cómo decirlo, ¿confusas? Una lista de preguntas: ¿Birabent será adoptado? ¿Laport habrá mentido sobre su edad la mayor parte de su carrera? ¿O la idea es que Solita rompe el tabú y se atreve con un muchacho menor? Chiche, ¿se parecerá a sí misma? Las dudas, más que carcomer, convierten al simple acto de ver tele en un ejercicio de adivinación. Finalmente, una se pregunta si alguien más se dará cuenta, y entonces repara en un reportaje que dio Solita hace unos días. Pequeño extracto: “Sería brutal que pasara lo de las publicidades, ésas con las chicas gorditas o con gente grande. Yo sería la primera agradecida... ¡para no ponerme más botox! Estaría bueno que pudiéramos salir con la cara de cada una (...) Pero creo que también tiene que ver fundamentalmente con una actitud, con poder seguir sentándote en el cordón de la vereda, eso es lo que te mantiene joven”. Claro, claro, juventud divino tesoro.