La maravilla de la ejecutiva latinoamericana es que sigue siendo mujer.” Tomá mate. Lo dice sin pestañear la psicóloga colombiana y doctora en Educación Connie Cárdenas de Sa, que en la actualidad asienta sus reales como formadora de líderes en la Universidad de Los Andes, la primera universidad privada (anche laica) de Colombia. En un reportaje concedido a la revista chilena de negocios América Economía, la Cárdenas insiste maravillada con el desdoblamiento profesional-hembra de la región: “No todas tienen siempre la necesidad de tener posiciones de poder. No se dejan ‘seducir’ por el poder. (...) Cuando comparamos las mujeres latinoamericanas con las norteamericanas, encontramos que las mujeres nuestras no reconocen la discriminación de género (sic) y no tienen el afán de tener una posición de poder como lo tienen las norteamericanas (sic 2). La otra característica es que las latinoamericanas quieren continuar haciéndose cargo de su familia y de tener un rol directivo en su hogar”. Como si esto fuera poco, encima se despacha con ese asunto de “la tercera mujer”, de Lipovetsky, al que todavía lo están corriendo columnas feministas que quieren inaugurar actos públicos de antropofagia filosófica (con él, obvio). Y ella, la Connie Cárdenas de Sa, quién más, insiste con su ego a cuestas en que “lo que yo digo es que la mujer latinoamericana, para bien o para mal, ha escogido hacer las dos cosas y tiene la opción de hacerlo porque tiene abuela, servicio y toda clase de apoyos que la norteamericana no tiene en su gran mayoría (lluvia de sics). Lo interesante es que la mujer latinoamericana no deja de lado su rol femenino, materno, del hogar”. Que les vaya con ese rosario a los españoles de [email protected], a ver si los convence de que las candidatas argentinas para ejecutivas de cuentas y RR.PP. no tienen por qué ser solteras, de 1,70 de altura, excelente presencia, sin prole, abuelas ni service de apoyo. ¡Y que se animen a concretar la fantasía de la ejecutiva materna!