Vie 23.02.2007
las12

VISTO Y LEíDO

Escuela de damitas (freaks)

› Por Liliana Viola

Las hermanas Zinn
Joyce Carol Oates
Editorial Lumen
992 páginas

¿Se puede seguir leyendo Mujercitas? ¿Es posible escribirla de nuevo? La historia de las 5 hermanas Zinn, incluida la menor, adoptada, despreciada y de pronto raptada por un hombre misterioso que viaja en globo aerostático, fue escrita en 1882 por una de las autoras más prolíficas y originales de Estados Unidos, tal vez el nombre femenino más repetido en vano cada víspera del Nobel.

La historia de las hermanas Zinn, que transcurre en pleno siglo XIX, provoca un doble sí como respuesta a las preguntas del principio. El registro y las historias, miradas desde lejos, son idénticas. Calco de las novelas victorianas escritas por mujeres para mujeres, esta historia aparentemente lineal se concentra en una familia que debe basar en el matrimonio de las hijas la clave para seguir aparentando que lo perdido no se perdió. Quien no tolere las dispersiones, las descripciones minuciosas de ambientes y personajes y al narrador, que constantemente apela a la complicidad con sus burgueses y bien pensantes lectores, tendrá que abstenerse de ingresar a esta parodia delirante, llena de homenaje e irreverencia hacia la creación de Luise M. Alcott y a toda una tradición de escuela para damitas.

En 1963, Oates sacó su primera novela, y desde entonces ha publicado alrededor de 50 libros entre poesía, ensayos, cuentos cortos, obras de teatro y novelas. Con su novela Bellefleur, considerada una obra maestra por muchos buenos lectores, demostró que era capaz de resucitar un género tan encariñado con la muerte como el gótico. Afecta a los desafíos y a las proezas, ha realizado novelas para adolescentes, piezas de suspenso por las que deambulan maníacos sexuales, abusadores de niños, entre otras figuritas difíciles. Oates, que ha reflexionado sobre literatura en diversos ensayos y en prólogos a novelas como Jane Eyre, respondió con estas casi mil páginas cuando la casa editora le pidió un prólogo para Mujercitas.

Sin ninguna piedad para sus personajes que de lejos se parecen a Jo y a sus hermanas, pero de cerca se deforman, convierte a una de ellas en médium y al resto en actriz fracasada, viuda, esposa insatisfecha, actriz perdida. Oates destila maldad a través de la voz del narrador. Omnisciente como corresponde, pero también indiscreto, el narrador es capaz de revelar los más ocultos pensamientos que empujan a las acciones de las mujeres y convencido, también como corresponde, de que los hombres construyen una especie superior. Extravagancia y castigo son los dos extremos del péndulo por el que van y vienen corriendo como locas las ridículas, y pasadas de moda, hermanitas Zinn.

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