Vie 05.10.2007
las12

VISTO Y LEíDO

Aquella saludable militancia

› Por Liliana Viola

Sara Waters
Ronda nocturna
Editorial Anagrama
572 páginas

Esta novela de Sara Waters sorprenderá a fanáticas y fanáticos si es que se acostumbraron mucho a su destreza para situarse en el siglo XIX, pensar en términos de Dickens y contar historias donde sus estudios feministas, de género y acerca del placer se traducen en personajes atrapados –lesbianas en especial– dentro de tramas complejas.

Luego de tres novelas de época, se ha trasladado a la década del 40 en Inglaterra. Otro cambio importante: una tercera persona reemplaza a la primera tan confesional de entregas anteriores. De todos modos se trata de una tercera persona que lee a la perfección los pensamientos más nimios de los numerosos personajes jóvenes que muy lentamente pero sin pausa dejarán en evidencia que el mundo es más pequeño de lo que parece, que la vida sencilla tiene mil capas.

Novela coral, encaja permanentemente fragmentos dedicados a pares de personajes: la pareja de lesbianas formada por la escritora y la oficinista de una agencia matrimonial, la chica que también trabaja en la oficina y que sale con un hombre casado, el hermano de ésta que guarda el secreto de su homosexualidad como quien carga con una bomba atómica y el compañero de celda que vuelve para ayudarlo, la señora masculina que trabaja en el consultorio del médico y su amiga la señora masculina que vive en un bote.

La maestría de esta narradora galesa que entre otras distinciones importantes, en el año 2003, fue seleccionada por Granta como una de las integrantes de los mejores novelistas jóvenes británicos, es su capacidad de generar suspenso donde no debería haberlo. Son vidas sencillas con tribulaciones previsibles en el marco de una década especial donde las ideas —realmente modernas— sobre homosexualidad comienzan a circular al menos en el círculo íntimo. La experiencia de la guerra ha convertido a esta década en un momento pivote entre la era victoriana y la década del sesenta, los personajes de esta novela dan prueba de ello a través de sus tribulaciones, pasos en falso y actos de arrojo.

La estructura de este relato, que comienza por el final, pone a los lectores en la obligación de ir comprendiendo de a poco, analizar y sacar conclusiones. Los personajes aparecen en el primer capítulo rearmando su vida en tiempo de posguerra (año 1947), en el segundo capítulo están sobreviviendo (año 1944) y en pleno fragor de la devastación (año 1941).

En conclusión, es la misma Sara Waters. Aunque sus personajes y sus preocupaciones hayan avanzado unos años hacia el siglo XX mantienen su carácter militante y su modo sutil de llamar la atención.

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