Vie 23.02.2007
las12

LA VENTA EN LOS OJOS

La violencia no es sexy

› Por Luciana Peker

Ella tiene el cuerpo flaco, tan delgado como para ser modelo y lucir sólo lo que hay que lucir. No más. Ni menos. Ella tiene la cámara tan cerca como para que sus tobillos anuden un zapato negro que podría no quedar nominado en la prueba de Cenicienta, pero un muslo que no es insulso y parece, incluso, estilizado y carnoso a la vez por ese brillo que dan los aceites con los que se aceitan las modelos para brillar en las fotos. Ella está en una producción de modas que impone que es sexy que ella esté tendida en el suelo, con la pollera subida y un hombre por encima que la tiene de los hombros sin que ella pueda –o pudiera– levantarse sin el permiso de él, que posa más de dueño que de caballero, mientras otros cuatro varones esperan, como quien tiene turno.

Ella no sólo es flaca, es frágil. Y él no sólo es fuerte, se impone porque es fuerte. Y él y ella no están a punto de hacer algo que quieren, sino de hacer lo que él quiere hacer con ella. La escena –que, como toda escena está sujeta a la subjetividad del ojo que mira– parece, claramente, una puesta en escena –perfecta y obscenamente fashion– de una agresión sexual.

La publicidad es de la marca Dolce & Galbana que viene destacando el valor marca a través del exitoso ruido del escándalo. Primero, un vello púbico depilado con las iniciales D&G convirtió al logo de la marca en un signo pornochic; después, una pareja cool by simpsons se rindió a la pasión (pero también a los efectos colaterales de una cena étnico-exótica) con un corazón rosa que coronaba el amor gasificado bajo el lema “amantes reales”. La escatología high class sucumbió a la violencia en una fotografía de un enfrentamiento entre dos grupos de modelos con armas. Y ahora, la violación fashion.

El erotismo está tan consumido que la tentación de bordear lo políticamente correcto, a veces, puede ser provocadora y, otras, un claro retroceso en erotizar el sometimiento femenino y emparentar la violencia de género con la sensualidad. Pero, más allá del análisis, lo fundamental es que el Observatorio de Medios del Instituto de la Mujer de España pidió, esta semana, la retirada inmediata del anuncio porque “en este aviso puede deducirse que es admisible la utilización de la fuerza como un medio de imponerse sobre las mujeres y supone el refuerzo de actitudes que hoy en día son un delito, atentan contra los derechos de las mujeres, denigran su imagen y en nada favorecen al trabajo realizado durante muchos años para conseguir la igualdad con los hombres”.

Por eso, la contratapa de esta imagen gráfica es una sociedad que no permite que se haga y se ponga cualquier imagen sin, al menos, mirar con lupa o descartar con criterio una de las formas más filosas de imponer modelos, atraer miradas y doblegar billetes: la publicidad. En España hay un organismo para preguntar qué ven cuando nos ven y con qué valores nos venden cuando nos venden. La publicidad también puede ser un medio a regular.

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