ARQUETIPAS
La desubicada
› Por Sandra Russo
–¿Y?
–Ah, no sabés.
–¿Qué?
–Recién se va.
–¿Recién?
–Sí, sí, se fue hace diez minutos.
–Pero... ¿cuando volvió?
–¡Nunca! ¡Nunca se fue!
–¿Estuvo ahí desde el viernes?
–¡Sí! ¡No sabés!
–Pero nena, hoy es lunes...
–Sí, ¡y no sabés lo que pasó!
–¿En cuatro días? No me lo vas a contar todo por teléfono, ¿no? Mirá que después me lo cortan por falta de pago. ¿Paso por tu casa? Me muero de ganas de...
–No, no, nada que ver con lo que te estás imaginando. Tuvimos un baile...
–¿Sexual?
–¡No! ¡Qué sexual! ¡Hospitalario!
–¿Cómo que hospitalario?
–El viernes estábamos entrando en clima, habíamos tomado unos tragosb y apretábamos, y de pronto me empezó a subir la temperatura.
–Me imagino.
–No, boluda, tenía fiebre en serio. Me la tomé. Treinta y nueve.
–¿Y?
–Un dolor de estómago...
–¿Y?
–Le dije que mejor lo dejábamos para otro día.
–¿Y?
–Cada vez me sentía peor. Un dolor...
–¿Y?
–Me llevó a la clínica, a la guardia.
–¡Ay, no!
–No me calmaba con nada. Me dieron una inyección, pero tampoco...
–¿Y?
–Me tuvieron que dar suero. Ay, no sabés qué situación más humillante. Cuando me desvestí para ponerme la bata de la clínica me di cuenta de que me había puesto la tanga colorada con brillantes... ¿qué iba a saber que en lugar de una noche de sexo me esperaba una noche de suero?
–¿Y qué pasó?
–Me dejaron internada. Salí esta mañana.
–¡No!
–¡Sí!
–¿Y él?
–El tipo, una fiera. Se quedó conmigo todo el tiempo.
–¿Pero por qué no me llamaste a mí, tarada? ¿Te parece pasarte dos días internada con un tipo que recién conocés y que había ido a tu casa para una fiesta?
–Se lo dije, pero él quiso quedarse a toda costa.
–Bueno, te lo habrá dicho porque debe ser un caballero, pero vos le tenías que decir que no.
–¿Te parece?
–Después de verte en bata y con suero, ¿cómo lo remontás?
–¿Remontarlo? Primero tendría que montarlo. Ja ja ja. Bueno, la cuestión es que el tipo se portó como un dandy.
–¿Cómo se llama?
–...mmm... ¿Sabés que no me acuerdo?