ARQUETIPAS
Tacos altos
› Por Sandra Russo
–¡Me invitó al teatro!
–¿A ver qué?
–Qué sé yo, qué me importa.
–¿Cuándo?
–¡Esta noche!
–Qué bien.
–¿Qué me pongo?
–No sé, ponete linda.
–¿Me pongo tacos?
–Sí, sí, ponete.
–¿O botas?
–¿No tenés botas con taco?
–No. Tengo botas chatas.
–Bueno, ponete zapatos con taco.
–Pero, ¿no pareceré muy arreglada?
–¿Por qué?
–Digo, ¿no creerá que yo creo que es la noche de mi vida?
–¿Por qué? ¿Por que te pongas tacos?
–Sí, sí, ¿no creerá que yo creo que salir con él es como ganarse el Oscar?
–¿Por qué? ¿Nunca te ponés tacos?
–Nunca en la vida. La última vez fue cuando vos te casaste.
–¿Hace dos años?
–No, hace más... cuando te casaste con Pedro no, cuando te casate con Ernesto.
–No te creo. ¿Nunca más te pusiste tacos?
–Te juro que no.
–¡Entonces cómo te vas a poner esos zapatos, nena, deben estar re-pasados de moda!
–¡No, esos no! ¡Tengo otros! ¡Tengo varios!
–¿No me decís que nunca más te pusiste tacos?
–No me pongo, pero me compro.
–¿Te comprás zapatos que no usás?
–Claro.
–¿Cómo claro? ¿Y para qué te los comprás?
–¡Me encantan!
–¿Y por qué no los usás?
–Porque no es mi estilo, ¿viste que yo siempre ando de taco bajo?
–Ah.
–Pero me encantan los tacos, son tan elegantes, tan femeninos...
–¿Y qué hacés con los zapatos de taco? ¿Los guardás? ¿Los mirás? ¿Los lamés?
–No, estúpida. Los uso. Pero en casa.
–¿En tu casa andás en tacos altos?
–Sí, siempre. ¿Tiene algo de raro?