ARQUETIPAS
la hormonal
› Por Sandra Russo
–Es un tarado. Me tiene harta.
–¿Siguieron discutiendo después que yo me fui?
–¡Pero sí! ¡Me tiene re–harta!
–Ahora: vos te pusiste como loca.
–Si hay algo que no soporto es que me acuse de “estar hormonal”.
–Ah, ¿viste? Siempre te dicen eso.
–Cada vez que con Sergio empezamos a discutir, me pregunta: ¿cuánto te falta para la regla? ¿Estás en esos días? ¿Tenés un atraso que estás tan nerviosa?
–¡Joder!
–Parece que si hay algo que me molesta, nunca es porque él se manda una cagada: siempre es porque yo “estoy hormonal”.
–¡Ay, sí! ¡Luis es igual! ¿Estás ovárica?, me pregunta.
–Como si las únicas hormonas fueran las nuestras.
–Eso.
–Tendría que preguntarle: ¿y por casa cómo andamos de testosterona? Cuando no se le pare, le voy a preguntar eso, te juro.
–Bueno, tampoco hay que ser cruel.
–¿Ah, no? ¿Y él conmigo no es cruel?
–No sé. ¿Es cruel?
–¿A vos qué te parece? El tipo llega una hora y media tarde, me ve con cara de culo, y lo que se le ocurre preguntarme es si se me atrasó la menstruación. ¡Si el que se atrasó es él!
–Sí, visto así...
–No lo soporto, te juro que no lo soporto.
–Bueno, che, pero tomátelo con un poco de humor.
–¿Con humor? ¿Con qué humor querés que me lo tome?
–Bueno, por lo menos con un poco de calma...
–¿Me notás muy fastidiada?
–Demasiado.
–Es que me está por venir la regla.