ARQUETIPAS
La rara
› Por Sandra Russo
–Me siento rara.
–¿Bien o mal?
–Rara, rara.
–¿Pero rara bien o rara mal?
–No sé, no me reconozco.
–¿No podrías ser un poco más clara?
–Por ejemplo: anoche salí.
–¿A dónde fuiste?
–Fui al cine y a comer con un tipo que
conocí en la calle.
–...
–Che, ¿me escuchaste?
–¿Qué hiciste qué?
–Que fui al cine y después a comer con un tipo que conocí en la calle.
–¿Cómo en la calle?
–Iba caminando por Santa Fe y un tipo me miró. Yo lo miré. Al rato, otra vez: me miró y yo lo miré.
–¿Y entonces?
–Me sonrió y yo me reí. Y empezamos a hablar.
–¿De qué?
–De nada. ¿Viste cómo son esas cosas?
–No, no vi. Nunca conocí a nadie
en la calle.
–Bueno, que si vivís por acá, que si tenés tiempo para ir a tomar un café...
–¿Y entonces?
–Y tomamos un café. Y después
nos fuimos a ver la de Almodóvar.
–¿Y entonces?
–Y después fuimos a cenar por ahí cerca.
–¿Y?
–¡Y tiene veintiocho años!
–...
–Che, ¿me escuchaste?
–¿Veintiocho?
–Veintiocho.
–¿Veinte y ocho? ¿Veinte más ocho?
–Sí, treinta menos dos, veinticinco más tres, veintiocho.
–¿Y entonces?
–Y nada, muy piola, muy divertido,
muy relajado todo.
–¿Y después?
–Y nada, charlamos hasta tarde y me vine a casa.
–¿Sos vos? ¿No me dio equivocado? ¿Anoche saliste con un tipo que conociste en la calle y hoy no estás desesperada esperando que te llame y hace cinco minutos que me lo estás contando, o sea que hace cinco minutos que si él llama le está dando ocupado?
–¿Viste que estoy rara?
–¿Rara? ¡Vos estás loca!