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La Buscavida
› Por Sandra Russo
–¿Sí?
–Ana. ¿Anita?
–Sí, ¿quién es?
–Rita.
–... ¿Rita?
–¡Rita Lungo, Anita! ¿Cómo estás?
–Lungo... esperá...esperá que ya te saco...
–Rita Lungo, Ramos Mejía, colegio normal, hermana de Ernesto, novia de Pedro Frisoni.
–A ver... esperá...
–El bar del Japonés, ¡no me digas que no te acordás del bar del Japonés!
–... Sí, del bar del Japonés me acuerdo...
–Parábamos en el bar del Japonés todas las tardes. Sería 1980, 1981... Una vez dije que me quedaba a dormir en tu casa y mi vieja me fue a buscar y vos me viniste a buscar a mí a lo de Pedro...
–¿Pedro?
–¡Pedro Frisoni, mi novio, Anita!
–Claro, qué boluda, Pedro Frisoni. Y vos...
–Rita Lungo, la colorada.
–¡Ah, la colorada! ¡Ahora sí! ¿Cómo estás...?
–Rita, Rita Lungo. ¿En serio no te acordás de mí?
–Sí, claro que me acuerdo. Rita Lungo, la colorada. La novia de Pedro Frisoni.
–Ah, menos mal, ya me estaba empezando a dar miedo de que estuvieras arterosclerótica.
–No, todavía no, pero esa época la tengo medio borrada, ¿sabés?
–Y bueno, pasaron muchos años. ¿Vos cómo estás, Anita?
–¿Yo? Bien, bien. ¿Y vos?
–Bueno, por eso te llamaba. El otro día me encontré por la calle con Ernesto Barreiro, que me dio tu teléfono.
–¿Ernesto qué?
–Barreiro, ahora vende purificadores de agua, pero es contador, le ha ido muy bien. Se separó, ¿sabías?
–¿Barreiro?
–Sí, Ernesto. Bueno, y él me dijo que hace dos años se había encontrado con vos en un restaurante de Puerto Madero, y que estabas bárbara. Dijo que estabas es-plén-di-da. Divina, divina. Dijo eso. Tal cual.
–¡Ah, Ernestito! ¡Ya me acuerdo! ¡Sí, claro, él era el novio de mi hermana Cristina!
–¡Claro! ¿Cómo anda Cristina?
–Vive en Canadá.
–¡Qué genial!
–Sí... ¡Uy, qué hora! ¡Disculpá, Rita, pero me tengo que ir ya mismo!
–Sí, sí, no te robo más tiempo, Anita.
–Bueno, un gusto haber charlado con vos.
–Lo mismo digo, Anita, y una cosa...
–Sí, decime.