ARQUETIPAS
mudanza
› Por Sandra Russo
–¿Y entonces?
–¡Que me voy!
–¿Cómo te vas a ir?
–¡Yo esta situación no la aguanto más!
–¿Pero estás decidida? ¿No tendrías que pensarlo un poco?
–¡No! ¡Ya aguanté demasiado! ¡Se acabó!
–¿Pero no hay nada para rescatar?
–¡El soldado Ryan! ¡Es lo único!
–Lili, son cinco años de pareja...
–Pero hay que ser realista. Juntos no somos felices.
–Bueno, feliz, lo que se dice feliz, todo el tiempo... ¿quién es?
–¡Pero un rato! ¡Una temporada! ¡Un cacho!
–¿Nunca estaban bien?
–¡Sí! ¿Cómo que no?
–Qué sé yo. ¿Y entonces?
–¡Que estoy harta! ¡Siempre quejándose, siempre criticándome, siempre recordando lo ardiente que era no sé quién, lo cariñosa que era no sé quién, lo buena cocinera que era no sé quién!
–¿Se queja de vos?
–¡Todo el tiempo! ¡Que tengo patas de gallo! ¡Que tengo celulitis! ¡Que no me río de sus chistes! ¡Que siempre le cuento los mismos chistes! ¡Que se me pasan los ravioles!
–¿Y entonces?
–¡Que me voy! ¡Me voy! ¡Soy joven, soy linda, tengo un buen trabajo, tengo buenas gambas, voy a rehacer mi vida!
–¿Y a dónde te vas a ir?
–¡A ninguna parte! ¿Cómo que a dónde me voy a ir? ¿Estás loca?
–Lili, ¿no dijiste recién que te ibas a ir?
–¿Yo? ¡No! Si quiere, que se vaya él. Yo de casa no me muevo.