TALK SHOW
Lástima que sea una perdida
› Por Moira Soto
En Margarita se reconoce a la virgen que un cualquiera trocó en cortesana, y a la cortesana que otro cualquiera habría convertido en la virgen más amorosa y más pura”, le hace decir Alejandro Dumas hijo a Armando Duval en La dama de las camelias, novela publicada a mediados del XIX, cuya adaptación teatral fue vista en 1852 por Giuseppe Verdi y le inspiró su ópera más popular (y no por eso menos bella), La Traviata. Pese a la moralina que tiñe muchos párrafos de la obra de Dumas, como por ejemplo cuando aclara en el cierre que no todas las de la clase de Margarita Gautier son capaces de tanta bondad y que él –el autor– no es “un apóstol del vicio”, tanto el libro como la versión escénica generaron cierto escándalo porque la protagonista, una demie-mondaine o mantenida de lujo, quedaba bastante bien parada (y bien muerta al final) despertando las simpatías del público. De hecho, el propio Verdi, que desde la línea musical y el tratamiento vocal defiende en su ópera a este personaje (que pasa a llamarse Violetta), aceptó el título La Traviata (La perdida), que implica un juicio moral.
Sin embargo, según la régisseuse Ana D’Anna, el gran compositor eligió llamarla así irónicamente, “porque en esta obra resulta que al cabo, la presunta perdida es la que tiene mejor corazón, la más íntegra y valiente. Los demás personajes, en su mayoría masculinos, nobles y burgueses que bajan línea sobre cuál es el camino recto, sucede que siguen por lo menos dos caminos paralelos, su conducta es hipócrita. Acá ellos tienen una familia como corresponde, y clandestinamente, con las chicas mundanas liberan su otro yo, contradiciendo el discurso de defensa de la moral establecida, que por supuesto es más severa con las mujeres”. D’Anna se hizo cargo de la puesta en escena de La Traviata que se estrenó anoche en el Avenida, con preparación musical y dirección orquestal de Antonio Russo, participación del Coro de Juventus Lyrica, la Asociación de Profesores de la Orquesta Estable del Teatro Colón y el Ballet de José Zatmann.
Responsable asimismo de la escenografía que trabajó, como en tantas otras ocasiones, con su maestra de plástica Elena Visnia (recientemente fallecida), Anna D’Anna, durante un alto de uno de los últimos ensayos, señala que la escena se va despojando a medida que avanza el relato, trasladado a fines del XIX, hasta llegar a la cama metálica de líneas art-nouveau y a la palangana del acto final. El lila es el color que identifica a esta nueva versión de La Traviata, “aunque no fue premeditado, se impuso solo”.
Si bien la régisseuse opina, al igual que Roland Barthes en sus Mitologías (el ensayista refiriéndose exclusivamente a la adaptación teatral de la novela), que la protagonista necesita hacerse reconocer por los burgueses que juegan el rol de amos, disiente con la idea de que ella sólo aspira a representar el personal que la patronal le marca: “Creo que esta ópera pone en evidencia el machismo, es sorprendente la visión de Verdi, su comprensión de la situación de la mujer, su crítica a la doble moral. Es muy significativa la escena en la que el padre de Alfredo le pide a Violetta que se sacrifique: por un lado, está la importancia que el tipo les da a las apariencias, le dice que el escándalo perjudicaría a su hija pura siccome un angelo; por el otro, da por sentado que vale más la vida, la felicidad de esa chica de familia que la de una cortesana enamorada y además muy enferma”. El mismo Alfredo muestra la hilacha cuando, creyendo que Violetta ya no lo ama, le arroja dinero en pago de “servicios”. “Tratéde atenuar ese gesto en esta puesta: aunque él busca humillarla, no trae la bolsita, sólo empuja con ademán impulsivo la plata que está encima de la mesa de juego. Es un hombre muy joven, démosle un poco de crédito, aunque es obvio que le está enrostrando que es una prostituta.”
Dos sopranos muy jóvenes pero ya con una lucida trayectoria y premios en su haber, María José Siri y Soledad de la Rosa, interpretan a Violetta Valéry, “ambas vocalmente excepcionales, con temperamentos distintos, pero trasmitiendo desde el canto, la actuación, la misma profunda humanidad de este gran personaje”, apunta Ana D’Anna. Como es habitual en la presentación de Juventus, el elenco se completa con nombres de probada calidad, entre los que figuran Norberto Fernández, Santiago Bürgi, Alfredo Jáuregui y Alejandro Sewrjugin.
La Traviata, en el Avenida, avenida de Mayo 1222, 4381-0662, mañana sábado 16, miércoles 20 y viernes 22 a las 20.30, y el domingo 24 a las 17.30, entradas desde $5.