Vie 22.10.2004
las12

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Cercano y Lejano Oriente

› Por Moira Soto

Apasionada de la danza oriental, Paula Lena viene estudiando, enseñando y produciendo espectáculos que recuperan –en esta zona occidental y presuntamente cristiana donde vivimos– la autenticidad de expresiones que tendrían su origen en las danzas pélvicas prehistóricas de la fertilidad. “La misma palabra odalisca es erróneamente utilizada: en verdad, se trataba de una esclava menor que realizaba tareas domésticas, en otra época también desvalorizadas”, aclara Paula Lena. “La misma danza de los siete velos, que corresponde a un origen muy místico, religioso, se ha desvirtuado en las prácticas del strip-tease, para alimentar fantasías occidentales. Así es que se juzga las culturas de Oriente a la ligera, con preconceptos, sin mirar cómo andamos por casa... Se trata de un mundo muy complejo, distante del nuestro, es cierto, pero de todos modos se pueden trazar algunos paralelos.”
Para remover estereotipos sin dejar de reconocer las situaciones de vulneración de ciertos derechos universales que tienen que ver con la dignidad y la integridad de las mujeres en los patriarcados, Paula Lena decidió trabajar la idea de una reunión de mujeres en las vísperas del casamiento, en distintos países de Oriente. Bajo su dirección, participaron de esta fascinante creación, que se llama Secasaencasa, Postales de bodas orientales, Magali Freire, Valérie Romanin, Andrea Pignato, María Laura Berch, Alejandra Cusa, María de los Angeles Pais y Eliana Staiff.
Libros, documentos, películas de ficción como La boda de Mira Nair hicieron que los parentescos entre las ceremonias de Egipto, Argelia, la India, Marruecos, Armenia, Irak, la tradición judía y la gitana andaluza, empezaran a aparecer espontáneamente. Países en los que la sociedad de las mujeres está bastante separada de la de los hombres. “Antes del casamiento hay toda una previa que corresponde a los ritos de iniciación de la adolescencia en las tribus primitivas”, dice Lena. “Siempre están presentes los temas de la comida, la danza, las canciones, la instrucción sobre la noche de bodas a cargo de las mujeres más grandes que cuentan qué debe hacerse, dónde hay que tocarse; hay toda una cuestión ritual de la limpieza, depilaciones, baños con hierbas o aceites, prácticas energéticas o espirituales.” La bailarina y directora acepta que hay costumbres -algunas ya en desuso, como la de la madre del novio que rompía el himen de la novia en Egipto, o la presencia de la familia del novio durante la consumación de la boda en regiones de la India (ahora Pakistán)– que pueden causar justificado horror: “Pero también hay cosas que nos pueden parecer deliciosas: esos días previos con amigas, primas, tías hablando de cosas pícaras y voluptuosas, sobre caricias y besos, la aplicación del perfume en la habitación. En la complicidad de las mujeres en la intimidad nos podemos ver todas reflejadas, es universal. Y en cuestiones que ahora espantan, como la exigencia de la virginidad –que es posible trucar como se ve en Secasaencasa–, viene muy al caso recordar que hasta no hace mucho era un requisito que debían cumplir las mujeres decentes en Occidente”.
En estas Postales de bodas orientales, que reflejan de manera estilizada, sugerida y simbólica la exaltación de los sentidos a través de perfumes y condimentos, de texturas y transparencias, de cobres y luces, de música y danza, se van perfilando cuatro personajes femeninos que representan diversas actitudes frente a la tradición: Roxelane (Romanin) es una turca que fue a vivir y a estudiar a Francia, se casó por amor y toma de la tradición lo que le gusta, lo positivo, descarta el resto; Koulthoum(Freire) es aún una niña de 14, inocente y curiosa que se está enterando de cómo vienen las cosas; Zahra (Pignato) se somete obedientemente a las convenciones; en tanto que Khalida (Lena) cubre el rol más dramático: aun en los momentos risueños lleva consigo una sombra de amargura. Y en la preciosa escena del baño, a través del biombo sutil de gasa, se insinúa su tragedia: ella ha sido mutilada. “Para mí es una violación a la integridad física y emocional”, comenta Lena. “Ella es muy consciente de lo que le hicieron, ha sufrido mucho. Por eso no quiere saber nada del casamiento.”
Después de que se revela su desgracia, Khalida toma un sable que está en lo alto de un mueble y baila con él una inquietante, desesperada coreografía en el momento de mayor gravedad del espectáculo. Ella serpentea, se retuerce y agita como si intentara liberarse de ese sable, que parece que enreda y la atraviesa. Se trata de una revisión de la antigua danza del sable que en algún momento de los sucesivos imperios islámicos hacían las esclavas de los harenes o de un tabernero, para celebrar una victoria bélica. Aunque se supone que para estas mujeres letradas, que sabían de cocina, astrología filosófica, poesía, religión, el bailar esta danza era una forma alegórica de desafiar el poder masculino. Según Paula Lena, “ella les está contando su infortunio a sus compañeras a través de la danza. Khalida ya no va a poder gozar, nunca probó eso. Por eso la espada parece fusionarse con el cuerpo. Si a vos te violaron, por más terapia que hagas, vas a morir en eso”.

Secasaencasa, Postales de bodas orientales, últimas funciones en la Escuela de Danza del Vientre de Paula Lena, Costa Rica 4684, sábados a las 20 a $ 10 ([email protected]).

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