Vie 24.02.2006
las12

TALK SHOW

Reina y media

› Por Moira Soto

Cuando, recién platinado, lo filmó una cámara enamoradísima en su espectacular debut cinematográfico como el angélico marinero protagonista de Billy Budd (1962), a los 22, Terence Stamp –estudiante de teatro por ese entonces– descubrió que podía ser bello y glamoroso. Lo de la actuación, en cambio, siempre dijo que se lo debía a su madre: a los 9, el chico Terence estaba aterrorizado porque tenía que elegir un poema para recitar en el colegio delante de toda la clase. Con un nudo (marinero) en el estómago, no pudo comer los huevos fritos con papas ídem, su plato favorito que su mamá le había preparado en el modesto hogar del barrio obrero donde vivía la familia Stamp (su padre era fogonero ¡en un barco!). Al darse cuenta del estado de desesperación de su niño, ella buscó rápidamente un poema de Chesterton (“¿Puede un hombre subir al monte Olimpo/ y creer que está contemplando Primrose Hill?”) y le indicó cómo debía decirlo: “Cuando llegué a la clase, seguí exactamente esas instrucciones y, por única vez en mi vida, me saqué un sobresaliente”.

Terence Stamp se volvió una estrella fulgurante en los ’60. Hizo, entre otros films, El coleccionista (1965) de William Wyler, Lejos del mundanal ruido (1967) con Julie Christie, su novia por un tiempo; Teorema, de Pasolini y el episodio Toby Dammit –dirigido por Fellini– del largo Historias extraordinarias (ambos de 1968). Y en los ’70 hizo un doble viaje hacia afuera (la India, Bali, el Japón) y hacia adentro (“me decía que tenía que haber algo más que drogas, chicas lindas, buena ropa y buena comida”) del que volvió todavía más bello y elegante, también más contemplativo, y aceptó filosóficamente roles secundarios por debajo de sus merecimientos, si bien se dio el gustazo de estar en Encuentros con hombres notables, de Peter Brook, en 1977.

Stamp siempre mantuvo una relación entrañable con su madre, que murió cuando él estaba filmando en los Estados Unidos una comedia mediocre (Legal Eagles). “No pude llegar a tiempo a mi casa y me estaba ahogando en el dolor. Algo me decía que tenía que escribir mis recuerdos como hijo para encontrar un centro. Y como tenía largas esperas en ese rodaje, me puse a anotar en la parte de atrás de las páginas del guión. No podía parar, era como mercurio que se me salía de las manos. Escribir fue bueno para poder dominarme, no romperme. Fue como una terapia que me ayudó a soportar tanta pena.” Sin embargo, asegura, no era su intención publicar esos textos, pero un amigo vino a su casa, los leyó y le dijo que tenía un libro. Ese primer volumen autobiográfico se llamó Stamp Album, y fue seguido de otros dos tomos (“que me ayudaron a curar problemas del corazón”), Comino Attractions y Double Feature. Al menos, en 1986, lo llamó Michael Cimino para un papel importante en El siciliano, un film descompensado, es verdad, pero a lo grande.

En los ‘90, Terence Stamp tuvo tres buenas oportunidades de hacer cine y no las dejó pasar. Incluso la primera, en 1993, se la buscó él mismo al saber que Pilar Miró estaba por filmar la novela de Antonio Muñoz Molina, Beltenebros, sobre un hombre que había estado en la Guerra Civil Española y volvía para vengarse. Stamp consiguió una cita con Miró, charlaron de cualquier cosa y al despedirse él le musitó al oído: “Haré todo lo que me digas, volveré cuando tú quieras”. La dura Pilar siempre reconoció que él la sedujo, y que estuvo insuperable en dicho film.

Al año siguiente, después de publicar una novela –The Night–, TS aceptó ser Bernadette, una maravillosa travesti en Las aventuras de Priscilla, la reina del desierto, road movie musical en pleno desierto australiano, atravesado por un autobús rosado, rebosante de plumas y lentejuelas. Hugo Weaving y Guy Pearce lo acompañaron como dos transformistas, pero Stamp siempre tuvo clarísimo que él hacía a una mujer en el cuerpo de un varón.”Nada que ver con lo que hicieron Tony Curtis, Dustin Hoffman, Robin Wiliams, cuyos personajes se vestían de mujeres llevados por las circunstancias. Bernadette es una mujer en serio”, declaró después de hacer de su chica que sufre por amor una verdadera lady.

Finalmente, en 1999, TS recibió un exquisito regalo de Steven Soderbergh: el rol de Dave Wilson en Vengar la sangre (The Limey, es decir, “El marinero inglés”), refinado y melancólico film negro. No es de sorprender que, preguntado por sus referentes en materia de actores, Terence Stamp –un clásico por donde lo miren– mencione a “esos intérpretes que dejaban un espacio, un vacío a llenar por el público”, como Gary Cooper, Montgomery Clift y ¡Gene Tierney!

Las aventuras de Priscilla, la reina del desierto, va hoy a las 22 por A&E Mundo.
Beltenebros va el sábado a las 6.10.

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