Vie 09.10.2015
las12

Por las trabajadoras de prensa

› Por Romina Ruffato*

Voy al Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) como una búsqueda. Una búsqueda personal y política que me contiene como individua y me trasciende hacia lo colectivo. Es la primera vez que participo y lo puedo hacer porque formo parte del nuevo Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA). Con las compañeras de la Secretaría de Mujeres y Géneros nos organizamos para financiar nuestro viaje y llevar nuestra voz, nuestros sueños, nuestras ideas a Mar del Plata.

Me interesa debatir sobre las condiciones laborales que hacen posible (o no) que ejerzamos esta profesión que amamos. La precarización, lamentablemente, no nos es ajena a las trabajadoras de prensa. Las diferencias salariales con los varones; la dificultad para el acceso a cargos jerárquicos: el incumplimiento de las normas sobre licencias por maternidad y guarderías; las situaciones de acoso; las amenazas a colegas que producen notas sobre abuso sexual son cuestiones que nos preocupan y nos ocupan.

Pienso al ENM como una posibilidad enorme de intercambio. La ampliación y complejización de la agenda de los feminismos nos ubica frente a problemáticas amplias e intensas que pueden ser desglosadas y analizadas específicamente. El derecho al aborto legal, seguro y gratuito; las redes de trata de personas; la elección de la maternidad; la organización familiar y social del cuidado; la diversidad sexual; las mujeres de pueblos originarios; los estudios sobre feminismos; las relaciones de pareja; las diferentes modalidades de violencia machista; son ejes que no pierden vigencia. Año tras año se agregan nuevas inquietudes y enfoques que contribuyen a diversificar el panorama de talleres y actividades.

Esta vez, además, todavía se escucha el eco de la histórica movilización “Ni una menos” del 3 de junio. A cuatro meses, considero como un hecho positivo que en muchos medios haya una creciente visibilización de la violencia hacia las mujeres. Sin embargo, no es suficiente ni adecuada. Muchas coberturas siguen estando marcadas por el sexismo, la discriminación y la reproducción de estereotipos. Las prácticas comunicacionales sistemáticas que replican sin cuestionarse los mandatos socioculturales, en todos los temas, todos los días, tienen que ser resignificadas. Tenemos que darlas vuelta, reconstruirlas porque de esta manera, pensándolas, pensándonos, conseguiremos desnaturalizar la interpretación de las distintas realidades intersubjetivas, que nos muestran como si fueran una sola y absoluta.

Es nuestra función como periodistas dar a conocer los casos de violencias, de todas las violencias, con un enfoque de derechos humanos y de géneros, que no es otra cosa que señalar las desiguales relaciones de poder entre varones y mujeres e identidades no hegemónicas. La asimetría que sostiene al patriarcado y pretende ponernos en un lugar de subordinación, al que no pertenecemos y en el que no nos quedamos.

*Periodista y politóloga. Coautora del libro Diez ironías sobre la libertad de expresión, del Colectivo de Trabajadores/as de Prensa (CTP), militante del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) e integrante de la Red PAR.

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