Lesbianas que se dejaron ver
› Por Sonia Tessa
La marcha del XIX Encuentro ya pasó y la tan importante como visible presencia de lesbianas quedará como un hito mendocino. No será el único, también el desdoblamiento del taller entre lesbianismo y activismo lésbico será recordado como un avance para las activistas de todo el país que definieron la articulación de acciones entre lugares tan diversos y distantes como Córdoba, Rosario, Neuquén, Buenos Aires y Mendoza. En el taller de lesbianismo, también hubo mujeres de todo el país, de Uruguay y República Dominicana, pero, además, muchos testimonios que pusieron palabras a silencios de años. “Es la primera vez que vengo a este taller, tenía inquietudes y quería escucharlas”, dijo en un tono de voz bajísimo una mujer de Santiago del Estero a la hora de presentarse ante las 50 que habían llegado con sus sillas a cuestas al aula asignada. A su turno, una cordobesa contó: “Soy lesbiana y estoy queriendo ser feminista”.
El taller también albergó a una mujer, vestida con boina y chaleco negro, que cuestionó desde la intolerancia. Como muchas de las presentes tenían hijos de relaciones anteriores, que criaron con sus parejas lesbianas, la mujer apuntó a los roles. Durante un rato, el tema pasó por allí. “Si vos no decís que tenés un marido, cualquiera de nosotras piensa que sos normal”, le tiró Gabriela Adelstein, quien con la misma soltura le explicó que “las parejas que mejor funcionan son aquellas que alternan los roles”. Mientras otras heterosexuales que participaron del taller plantearon las dificultades para definirlos en sus propias parejas, una de las asistentes aportó que “los roles son otro mito, que se debaten en la condición lesbiana, pero no en la hétero; allí se trata de maridos colaboradores”. A colación de este debate, una de las conclusiones del taller es el rechazo “de los estereotipos basados en el mito de la lesbiana como reproductora de los roles masculinos”.
Fue el turno de una antropóloga que vivió casi toda su vida en lugares como la Polinesia y planteó que en esas culturas no existe la obsesión alrededor de los roles. Contó que su hija, de 30 años, “debe ser heterosexual, porque siempre tiene muchos novios”, y que cuando se plantea qué significa para ella tener una madre lesbiana y un padre homosexual, concluye que “sólo significa eso. La educamos en otras opciones”.
Pero también se abrió una brecha para reflexionar sobre la cotidianidad de las relaciones. “Somos lesbianas, que combatimos al patriarcado, pero en muchas de nuestras relaciones seguimos creando vínculos de poder, y creo que eso es un tema para trabajar”, indicó una de las asistentes.
Durante dos días, el taller concluyó que “la visibilidad es la herramienta esencial para el logro del reconocimiento de nuestros derechos, en los ámbitos privado y público”, al tiempo que impugnó “la norma de la heterosexualidad como única forma de relación de pareja y construcción familiar”. También exigieron una ley nacional que reconozca los derechos de las parejas lesbianas a pensión, herencia, tenencia de hijos, adopción y obra social.
Como cada año, la comisión organizadora del Encuentro discute si incluye o no un taller de lesbianismo, el taller exigió su continuidad, así como la apertura de otros para analizar la violencia y el entorno de las mujeres lesbianas. Mientras tanto, el taller de activismo permitió conocer las acciones de cada uno de los grupos de todo el país, y además de concluir el rechazo a “la norma de la heterosexualidad obligatoria”, propuso”revisar la producción académica realizada desde la heteronormatividad”. Otro reclamo del taller fue “que los programas de salud contemplen temas específicos de las lesbianas, como las enfermedades de transmisión sexual y que se trabaje la lesbo/homofobia en los hospitales públicos”. El pedido de una educación sexual no sexista ni heterosexista prevista en la currícula educativa fue un punto álgido, que se sumó a la propuesta al movimiento de mujeres para que tome las reivindicaciones y acciones de los grupos de lesbianas.
Gabriela de Cicco e Irene Ocampo, coordinadoras de la Red Informativa de Mujeres de la Argentina (Rima), fueron impulsoras del desdoblamiento en un taller de activismo. “El desdoble no sólo en dos comisiones, con mucha concurrencia cada una y con contenido temático no sólo se hizo visible la presencia de las lesbianas en el Encuentro, sino además de las activistas lesbianas y bisexuales”, consideraron. Para ellas, “una vez más este Encuentro ha dado lugar a la posible conformación de grupos locales de lesbianas, y a la articulación a nivel nacional de los diferentes grupos, organizaciones y activistas independientes en una red nacional”.
En el taller de lesbianismo (no activistas) estuvo Adelstein, que participó por primera vez de un Encuentro. “Lo más fuerte, para mí, fue ver cómo se articularon inmediatamente lesbianas mendocinas que hasta ese momento no se conocían. El domingo en la marcha, con el cartel de Lesbianas Exageradas, se nos acercó una artesana mendocina eufórica porque era la primera vez que salía como lesbiana en su propia ciudad”, relató ya en Buenos Aires, con un montón de trabajo atrasado: “Te juro que estoy tan emocionada, tan positivamente en shock. Afónica, con las consignas resonándome en los oídos y el pañuelo verde atado a la mochila”.
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