Como nunca antes una tecnología significó cosas tan diferentes para distintas generaciones. Mientras la presbicia limita el uso de SMS a los adultos, los jóvenes multiplican funciones y usos de los dispositivos móviles que quedan fuera de nuestra imaginación. El sexo virtual ¿es una práctica sexual o un uso tecnológico? Con esto quiero plantear que es probable que los adultos evaluemos un video de YouTube con la misma mirada con la que se vería una película clandestina de hace unos años. Pero no son lo mismo aunque ambos contengan imágenes eróticas. De hecho, mientras

el conductor del noticiero del mediodía habla con naturalidad de las prácticas sexuales de un crimen a una mujer, parece que se escandaliza cuando presenta imágenes íntimas grabadas en un celular, aunque sean de lo menos explícitas. Y ahí está mostrando hacia dónde se corrió el límite.

Zygmunt Bauman marca bien que la multiplicación de contactos que posibilitan las tecnologías no significa una mejora en los vínculos, sino más bien todo lo contrario. Crean una ilusión de compañía, por la multiplicación de mensajes con tanta gente, pero a la vez confirma la soledad del individuo contemporáneo en la medida en que las relaciones se evaporan cuando se cierran las ventanas del chat. Así como la tecnología propicia contacto sin vínculo, también propone un sexo sin contacto, donde el único riesgo es justamente la exhibición pública. Entonces podría pensarse que los videos íntimos que circulan por la red ponen la excitación, no en la intimidad, sino, precisamente, en el sentido contrario. No es más que una nueva versión del clásico “Mirame y no me toques”.