FúTBOL › ARSENAL NO SE ATREVIO A GANAR
Racing cortó su espantosa racha con un empate malo
Lo mejor del equipo de Avellaneda fue haber logrado 15 días de tregua para su entrenador Fillol; lo peor es que sigue sin conseguir una línea futbolística, sin decidir a qué quiere jugar, sin entusiasmar a sus hinchas.
POR DANIEL GUIÑAZU
Fillol salvó la ropa. Y eso es lo mejor (y casi lo único) que puede rescatarse del feo empate en cero de Racing ante Arsenal. El técnico alcanzó a sobrevivir después de una semana estresante en la que llegaron a amenazarlo de muerte para apurar su renuncia. Pero no tiene chances para el alivio. Si en estos quince días de relativa calma Fillol pretende superar la crisis y hacer pie en el tembladeral de su cargo, deberá meter mano a fondo, trabajar muy duro y conseguir lo que hasta aquí parece un milagro: que el equipo tenga una línea de juego. Racing cortó la racha maldita de cinco derrotas al hilo y eso es bueno. Pero por este camino es más probable que siga perdiendo, y muy difícil que alguna vez empiece a ganar.
El problema de la Academia sigue siendo el mismo de siempre: no hay nadie que genere fútbol, nadie a quien se le caiga una idea. El juego de Racing es de una pobreza que asusta. Todo consiste en correr hacia adelante y en lanzarle, de cerca o de lejos, pelotazos a Lisandro López para que meta un pique ganador o un cabezazo con peligro de gol. López es un buen delantero, de eso no hay dudas. Pero suponer que él puede arreglárselas solo arriba, es una muestra de ingenuidad o de sobreestimación de sus condiciones.
López estuvo presente en cuatro de las siete llegadas que generó Racing ayer en Sarandí. Dos terminaron en sendas escapadas: una la atajó Limia y la otra concluyó en un zurdazo cruzado y desviado. Otras dos en un par de cabezazos que conjuró el arquero de Arsenal. Lo dicho: Racing apostó su puñado de monedas a lo que pudiera hacer su delantero más picante. Como éste no acertó el arco, Barrado y Romero no aportaron nada bueno por los costados y no se sabe si Mirosevic es un doble cinco con ciertas obligaciones defensivas o un armador ausente sin aviso, Racing se fue muriendo de impotencia. En los últimos 20 minutos, Fillol se jugó y puso a Penco y a Darío Husain para acompañar de mejor manera los esfuerzos de López. Pero fue como si nada. Ruiz y Casteglione se abollaron la cabeza de tanto rechazar y Racing no llegó nunca.
Arsenal recitó a media voz el credo que lo ha llevado a ser un equipo respetable. Reiteró su orden, su intención de manejar la pelota con prolijidad y, también, su falta de peso ofensivo. En el primer tiempo, Javier Morales alcanzó a escaparse de la persecución de Torres y provocó algo de fútbol interesante para la movilidad de Rivas y Calderón. En su instante más inspirado, incluso, picó una pelota por encima de Lucchetti y el remate pegó en el travesaño. Pero a Arsenal le faltó poder (y decisión) para poner en evidencia los desacoples de una defensa que se desordena con muy poco y que entre rechazar a cualquier lado o salir jugando, siempre optó por lo primero. Con un poco de atrevimiento, hubiera podido ganar y hundir un poco más a Racing. Como, pese a todo, fue Racing el que se animó a algo más en la segunda etapa, Burruchaga pegó cuatro gritos, Arsenal se alejó definitivamente de Lucchetti y el empate fue un hecho consumado.
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