FúTBOL › SAN LORENZO SE QUEDO CON LOS TRES PUNTOS EN UN CLASICO APENAS DISCRETO
Con todo respeto, River es una tienda
De movida, gol a medias entre Lucho González y Ramírez. Al ratito, gol de Zabaleta. Pintaba lindo, pero el partido se fue cayendo de a poco. Después, en el segundo tiempo, San Lorenzo metió un golazo tras varios toques de primera y pudo ampliar, pero Costanzo le atajó un penal a Romagnoli. El DT de River sacó en el arranque del segundo tiempo a Gallardo y poco después a Salas. Fueron figuras Santana y Lavezzi.
Por Juan Jose Panno
Alguien dijo alguna vez que un equipo de Primera División jugaba tan mal que parecía el seleccionado de Los Gallegos o de Harrod’s Gath & Chaves y quedó. De ahí viene, seguramente –aunque no hay constancia de patente–, aquello de ser una tienda, un concepto peyorativo que se aplica a los cuadros que tienen más voluntad que juego; que se desordenan corriendo detrás de la pelota y que derrochan espíritu amateur, pero carecen de talento.
El River de estos tiempos encaja fenómeno en esta idea. No es como dijo Leonardo Astrada cuando cayeron ante Almagro, que los jugadores les faltan el respeto a la gente; pasa que a sus dirigidos les cuesta convertir, que dan ventajas defensivas, que están confundidos, que andan por el ánimo por el piso, que no tienen buen enganche con el cuerpo técnico y que encima no ligan una buena carta ni de casualidad. Son demasiados factores juntos que conspiran contra sus posibilidades y que, de algún modo, explican por qué sufrieron ayer su tercera derrota consecutiva.
San Lorenzo no es un gran equipo ni nada que se le parezca, pero con lo poco que tiene, con algunos flashes de Romagnoli y Barrientos, con la entrega de Santana y Zabaleta y la presencia inquietante de Lavezzi en el área rival se las arregló para hacer pata ancha en el Monumental en gran parte del partido y quedarse con tres puntos que le abren la esperanza de estar prendido. No deja de ser una ilusión óptica después de todo, porque el cuadro de Veira ahora quedó sólo un punto por encima de los de la banda. San Lorenzo pudo haber logrado una victoria más amplia que ese 2-1 final, pero Romagnoli pateó mal un penal y reaccionó lento en el rebote; Lavezzi metió un remate en el travesaño en una jugada que mereció ser gol y Santana convirtió de cabeza un gol que le anularon por un off-side que no existió. Para poner las cosas en su lugar también debe decirse que el supuesto penal que Baldassi le cobró a Tuzzio ante Lavezzi fue un choque que se produjo claramente fuera del área. Es curioso, San Lorenzo tuvo un par de llegadas más que River, pero la impresión que dejaron los 90 minutos del Monumental es que el empate podía haber sido el resultado más justo. Es que el cuadro de Boedo dio la sensación de atreverse menos de lo que podía pensarse ante la fragilidad defensiva del rival y de yapa, en el último tramo, se refugió en el fondo al compás de los cambios supercautelosos que introducía su entrenador.
Por la vía de Cuevas –que fue más que Salas, Sand y Maxi López juntos–, el local estuvo cerca del empate en un par de oportunidades. De todas maneras, nada cambiaba el dato esencial: juega muy mal y tendrá que revisar muchas cosas, empezando por el clima interno, para enderezar el rumbo.
San Lorenzo seguramente también tendrá que mejorar en muchos planos, pero en estas horas lo único que le importa es festejar el golazo de Lavezzi y los tres puntos ganados en el Monumental. Y está bien; nadie les regaló nada.
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