FúTBOL › EL DILEMA QUE AFRONTA JORGE BENITEZ, EL ENTRENADOR DEL EQUIPO
A Boca le falta un conductor
El entrenador se jugó el pellejo en la cuestión, rechazando al que le traían, pero el enganche que necesita no vino ni, aparentemente, vendrá, y tendrá que arreglárselas con lo que dispone para plasmar su idea de juego. Además, con los presuntos suplentes, como Palacio o Delgado, el equipo funcionó mejor que contra River, cuando jugaron las estrellas.
› Por Daniel Guiñazú
Jorge Benítez jugó la carta más brava del verano futbolero. El DT de Boca se opuso a un negocio del presidente Mauricio Macri (la contratación del suizo Hakan Yakim), y da toda la impresión de que Macri espera el momento preciso de pasarle la factura por esta negativa a la que no suele estar acostumbrado. Si los resultados del equipo en la Copa y el torneo Clausura resultarán claves para saber hasta dónde puede llegar el pulso de Benítez como técnico, ahora lo serán mucho más. Después de este episodio, Boca tiene vedado dar un mal paso y no ganar alguno o los dos títulos del primer semestre. En ese caso, Macri le cobrará al “Chino” el precio de haberle dicho que no cuando, a su alrededor, todos le dicen que sí.
Mientras tanto, Benítez sigue en busca de un enganche. Y apuesta su futuro a las piernas del colombiano Vargas, Matías Donnet y el joven Luis Escalada, los únicos que, hoy por hoy, pueden asumir la conducción de Boca dentro de la cancha. Los ensayos, hasta ahora, no han dado resultados. Desde que se fue Riquelme, en toda la segunda era de Bianchi y en lo que duró el experimento de Brindisi, Boca presentó un esquema 4-4-2, con cuatro volantes en línea. Benítez pretende otra cosa, algo así como un 4-3-1-2, pero todavía no encuentra la forma de conseguirlo.
Vargas no parece ser la persona indicada. El colombiano se ganó su lugar en el equipo a partir de su despliegue imparable en el medio, aunque no exento de buen manejo de pelota. Fue una ayuda valiosa corriendo a los costados de Cagna, Cascini y Guglielminpietro, y arrimándose, de a ratos, a los de arriba. Pero ser enganche exige otras aptitudes. Y es precisamente ahí donde empiezan las dudas. Vargas puede traquetear la mitad de la cancha, y está en condiciones de asegurar la salida desde el medio, limpiando el terreno con una gambeta, un toque justo o un cambio de frente. Pero no tiene la visión global del juego, ni la mirada larga, ni la sensibilidad en la pegada, ni la administración de los ritmos, ni la capacidad para meter una pelota por el ojo de una aguja que debe tener quien presume jugar donde, hasta no hace mucho, brillaba Juan Román.
Es cierto que, el sábado, el equipo lo ayudó poco y nada a Vargas. Ante River, Boca estuvo rígido, atado, sin ritmo ni movilidad. Fue evidente la dureza de la pretemporada en los físicos de los jugadores que disputaban su primer partido del año, nada menos que ante el archirrival. Pero nunca pudo el colombiano hacer jugar a los suyos ni abastecer a Palermo y al Mellizo Guillermo. Los dos debieron arreglárselas por las suyas para llegar hasta Costanzo. En eso, a Palermo le fue mejor que a Barros Schelotto.
Pasado River, Benítez debe seguir probando variantes. El jueves en Salta ante San Lorenzo o el domingo que viene en Mendoza otra vez frente a River, quizá sea el tiempo de Matías Donnet y de seguir sumándole minutos en cancha a Escalada, todavía inmaduro para ponerse el equipo al hombro. Pero hoy algo aparece claro: a veinte días del arranque del campeonato, Boca no tiene quien lo conduzca. Deberá hallarlo rápido o comprarlo en el mercado a un precio que nadie parece dispuesto a pagar. Benítez se ha jugado el pellejo en el tema. Negarse a los caprichos de Macri puede resultarle riesgoso. Y el presidente espera el momento de su venganza, ese plato que, dicen, se sirve frío.