Así como el Fondo Monetario Internacional es la cara visible del enemigo y no el enemigo de verdad, los árbitros ineptos y/o corruptos del Mundial de Fútbol son la cara visible de la asociación ilícita que en la FIFA regentean Blatter y sus esbirros. Para el caso, para los dos casos, las caras visibles son herramientas ejecutoras o, para ser más claro, responsables del trabajo sucio. De todos modos, la estupidez generalizada insistirá en aquello de la culpa es del que le da de comer al chancho y no del chancho, que pretenderá disimular lo meridianamente comprobado de las culpas concurrentes. ¿O es que los impúdicos prepotentes del FMI pueden desde la obediencia debida seguir esquilmando a excluidos y saqueando a ahorristas, como la corporación arbitral esquilma y saquea desde la prepotencia de los pitos y las tarjetas en esta parodia Corea-Japón 2002?
Ya no se trata aquí de discutir el equilibrio en el sorteo de los grupos para la primera fase, que es materia opinable, sino de rechazar las obscenas evidencias de quienes, ineptos y/o venales, decidieron quién seguía y quién se iba. Así como el Fondo Monetario está digitando, por orden de los oligopolios, qué gobiernos de qué países deben robar a los inocentes y exculpar a los ladrones –no vaya a ser que Lula, Carrió y/o Zamora sean en pocos meses más quienes decidan, con respaldo popular–, así los referís digitan goles y expulsiones por orden del oligopolio hegemónico de la FIFA. Está clarísimo que la falaz autocrítica de Blatter, respecto de que en el futuro la selección de árbitros será cualitativa y no cuantitativa –dirigirán los mejores y no uno por país, amenaza el dueño del circo– será prolijamente cajoneada de aquí al 2006, cuando en Alemania se juegue el próximo torneo. A nadie puede sorprender que en el Campeonato Mundial de Fútbol pase lo que está pasando, si en el campeonato mundial de la vida hacen lo mismo. Son unos hijos de mil putas.