Lun 01.07.2002
libero

FúTBOL › CON DOS GOLES DE SU ESTRELLA, BRASIL LIQUIDO A ALEMANIA Y SE QUEDO CON LA COPA

El mundo a los pies de Ronaldo

El Lobo se comió a Caperucita, el Coyote alcanzó al Correcaminos, a Blancanieves le crecieron los enanos, a Alicia la expulsaron del País de las Maravillas y a los Tres Chanchitos les soplaron la casa y se los manducaron al horno... Colorín colorado, el cuento del Mundial se ha terminado con el final más infeliz: Argentina afuera, llorando con lágrimas de frustración y desencanto, mirándolo por TV. El premio consuelo es que Brasil, que juega mejor al fútbol, le ganó bien a Alemania.

› Por Juan José Panno

Pese a la frustración nacional, hay sanas razones para celebrar. Las diferencias las marcaron los hombres y no los esquemas; los arlequines Ronaldos, Ronaldinhos, Rivaldos y Rivaldinhos fueron superiores a los acrobáticos y robóticos germanos, y en un Mundial desfigurado la figura terminó siendo uno que hace goles y no uno que los evita.
Se dirá que los brasileños son insoportables cuando se agrandan; se dirá que entraron al Mundial por la ventana rompiendo un vidrio; que los referís les dieron una buena mano en los partidos contra Turquía y Bélgica; que fueron superados en casi todo el primer tiempo del partido final; se podrán juntar muchas razones más para devaluar su triunfo y/o lamentar que se produjera, pero la verdad es que a la hora del balance, cuando lo que se pone a consideración es el todo, queda claro que en este campeonato nadie jugó más, ninguno de los que llegó a los tramos finales aportó más fútbol y por lo tanto ganó el mejor. Y se sabe que como éste es un juego, es bueno que triunfe el que más juega.
El partido decisivo estaba planteado, al estilo de Hollywood, a la manera de los marketineros del fútbol, como un duelo entre Ronaldo y Kahn. Esta vez la realidad les dio la razón porque casi todas las imágenes que perdurarán tuvieron como protagonistas al David brasileño y al Goliat alemán. Detengámonos en estas cinco escenas.
1) Pase de Ronaldinho para Ronaldo que llega solo por la derecha y se topa con Kahn, que sale y achica el ángulo. Toquecinho de primera de Ronaldo, al segundo palo, desviado.
2) Ronaldinho levanta la pelota hacia el medio del área. Ronaldo espera ansioso, pero la pelota demora la caída. Cuando finalmente logra pegarle, mordido, Kahn responde bien.
3) Casi sobre el final del primer tiempo. Patea Roberto Carlos. Le sale pifiado. La frena Ronaldo, parado junto a Linke, y sin pensarlo dos veces le pega al arco de media vuelta. Kahn está atento y vuelve a ganar.
4) Hamann, en la medialuna, está en la luna entera y se hace un nudo con la pelota sin advertir la presencia de Ronaldo, que se la da a Rivaldo y va a buscar al área sediento de sangre, de la pared que no llega o de un eventual rebote que sí llega porque Rivaldo le pega al arco y porque Kahn comete el único error del Mundial y no puede retener. Llega Ronaldo y tic, derechazo bajo al arco vacío. Gol por el error del arquero, pero más gol por el instinto de Ronaldo.
5) El brasileño con nombre de sueco, Kleberson, llega por la derecha y mete el pase hacia el borde del área para Rivaldo, marcado por Linke; Rivaldo se abre de piernas en una jugada maestra y deja el proyectil en la hondera de David Ronaldo que la frena, se acomoda, apunta y la clava contra el palo izquierdo de Goliat Kahn, que cae definitivamente vencido. Golazo. Un gol de otro Mundial; precisamente, del de México ‘70, ya que podría competir, por ejemplo, con el de Carlos Alberto.
El triunfo de Brasil sobre Alemania se puede entender a dos puntas: con lo que hizo el tridente Ronaldo-Rivaldo-Ronaldinho y con lo que atajó Marcos. Ronaldo, lesionado, sin alcanzar la plenitud física, apareció en el momento en que más se lo necesitaba; Ronaldinho dejó la marca de su frescura futbolera; y Rivaldo, pese a sus intermitencias, completó en el último partido un muy buen Mundial. Del medio hacia arriba, con el aporte de los experimentados Cafú y Roberto Carlos, Brasil fue lo que se podía esperar: un volcán en erupción que los alemanes no pudieron apagar. En dos jugadas liquidaron la cuestión. En el arco, Brasil fue más de lo que se podía esperar. Marcos anduvo fenómeno. La más espectacular de sus atajadas fue un tiro libre de Oliver Neuville que el peladito arquero del Palmeiras manoteó apenitas haciendo pegar la pelota en el poste. Esa era gol de Alemania, era el 1 a 0 y andá a hacerle un gol a los cabeza de queso si se te ponen en ventaja con un tiempo por delante. Los alemanes le pusieron al partido final un ingrediente distinto: su voluntad de jugar por abajo en casi todo el primer tiempo, quitándole el chiche a los brasileños, tratando de ponerlos nerviosos porque ya se sabe que los jugadores de estos lares necesitan tener mucho contacto con la pelota, pero en el segundo tiempo no pudieron sostener esa idea. Ya en el final del período inicial los sudamericanos habían mostrado que llegando menos podían crear más peligro. En el segundo impusieron su juego con autoridad y marcaron la distancia que correspondía con el 2 a 0.
Colorín colorado. Modestamente (no es fácil, nunca es fácil para nosotros eso de “modestamente”) saludemos a Brasil, que fue el mejor. ¿Qué se le va a hacer?

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