FúTBOL
La historia no permite sacar grandes conclusiones. Se puede perder y llegar a la final, como en el ’90; se puede jugar fenómeno y quedar pronto en el camino, como en el ’66; se puede ganar con lujos y quedarse pronto afuera por un bajón anímico como en el ’94. Todo vale.
› Por J. J. P.
Desde Hamburgo
Ya en 1962, Juan Carlos Lorenzo hablaba de la importancia de ganar en el debut en un partido por la Copa del Mundo. Con el tiempo fue cobrando cada vez más fuerza la idea de que los debuts mundialistas –como los clásicos– no resisten demasiado análisis, hay que ganarlos y punto. Un repaso histórico de lo ocurrido con los equipos argentinos en su primer partido de todos los mundiales, a partir de entonces, permitirá tal vez extraer algunas conclusiones.
- Chile 1962. El debut fue contra Bulgaria. Argentina ganó 1-0 con un gol de Facundo en un encuentro que motivó este título del diario sensacionalista chileno: “Venció Argentina en un partido más malo que el que le pegó a la mamá”. Después, una derrota contra Inglaterra y un empate sin goles contra Hungría provocaron la eliminación en la primera ronda. Tres puntos (en aquel momento se otorgaban 2 por partido ganado y 1 por empate) no alcanzaron y la vuelta a casa tuvo gusto a fracaso. Parecido al de Suecia cuatro años antes, aunque aquella desventura no se había cerrado con un cero sino con un 6-1 en contra.
- Inglaterra 1966. Convincente actuación y gran victoria contra España 2-1 con un Ermindo Onega deslumbrante. Un triunfo que generó un gran entusiasmo para lo que seguía en una zona muy difícil: empate contra Alemania Occidental (que más tarde sería finalista) y triunfo cómodo contra Suiza permitieron el pase a la segunda ronda. Esperaba Inglaterra. Rattin se hizo echar y armó lío, Más tuvo una oportunidad de gol (la única) y Hurst metió un cabezazo. Uno a cero y a otra cosa.
- Alemania 1974. Flojito debut contra Polonia en Stuttgart: 3-2 en contra y muchas dudas con lo que venía. El empate con Italia y la goleada a Haití, sumada a la incentivación a los polacos para que le hicieran fuerza a Italia, posibilitó la clasificación. En la segunda fase, el equipo se pareció mucho al del debut y perdió por goleada con Holanda 4-0, cayó ante Brasil 2 a 1 y ya fuera de carrera cerró con un empate con los alemanes orientales.
- Argentina 1978. “Había que ganar y se ganó”, tituló la revista El Gráfico, resumiendo una idea circulante en el medio. Fue 2-1 contra Hungría en una actuación con muchos puntos en contacto con la del sábado. Luces y sombras. Dudas y certezas. La ilusión fue creciendo con los partidos, no se interrumpió con la derrota ante Italia, y llegó a su punto máximo en la final.
- España 1982. Menotti tenía un gran respeto por Bélgica. Excesivo, quizás. Como nunca antes, habló demasiado de las virtudes del rival, acaso para lograr que sus jugadores no se relajaran. Lo cierto es que en un partido que bien pudo haber ganado, Argentina cayó 1-0 y empezó a los tumbos un Mundial que terminó muy mal, pese a la fantástica actuación contra Hungría que quedó perdida en el medio de las tres caídas: Bélgica, Brasil e Italia.
- México 1986. Decisiva para lo que se vendría fue la victoria contra Corea del Sur 3-1 en el primer partido. La notable superioridad argentina se vio reflejada en los arcos. El gol de los coreanos llegó con el partido ya definido con un zapatazo de media distancia y no opacó el rendimiento del equipo. Se empezó muy bien, se tranquilizó Bilardo, los jugadores ganaron confianza y lo demás ya se conoce demasiado.
- Italia 1990. Sin jugar bien se perdió 1-0 contra los violentos cameruneses en el debut. Para el partido siguiente, Bilardo metió cinco cambios, nada menos, y la suerte ayudó para superar las distintas etapas hasta llegar a la final con Alemania con Maradona físicamente destruido. Demasiado lejos llegó ese cuadro mediocre luego de la incertidumbre que provocó aquel debut.
- Estados Unidos 1994. Partidazo, goleada a Grecia 4-0, con algunos pasajes de juego asociado que ilusionaron mucho. Basile había metido un equipo de “jugones”, como dicen en España, que respondió. Siguió Nigeria, con otra victoria sin margen para la discusión y el mundo entero empezó a hablar de Argentina hasta que el control antidoping cortó las piernas de la carrera hacia el título. A partir de ahí, lo único positivo fue el resultado de la contraprueba a Diego. A casa.
- Francia 1998. Victoria por 1 a 0 ante los inexpertos e ingenuos japoneses que habían aprobado pocas materias en su proceso de aprendizaje, con un gol de Batistuta. No daba para ilusionarse mucho. La victoria –se dijo por entonces– sirvió para reforzar la autoestima. En una zona que era una papita, siguieron Jamaica (5-0) y Croacia (1-0). En octavos se atravesó la valla de los ingleses, pero en cuartos no se pudo con la de los holandeses.
- Corea-Japón 2002. Otra vez un africano como rival en el debut. Como en el ‘90, como ahora. Nigeria había tocado en suerte. Fue 1-0 con hombrazo de Batistuta... Todo era incertidumbre respecto de las perspectivas, pero la caída ante Inglaterra y el empate ante Suecia aclararon rápidamente el panorama. Los puntos oscuros habían prevalecido sobre los luminosos. Juego flojo + suerte adversa es una combinación que explota en una única palabra: fracaso.
En definitiva, no se pueden sacar demasiadas conclusiones. Se puede perder y llegar a la final, como en el ’90; se puede jugar fenómeno y quedar pronto en el camino, como en el ’66; se puede perder mal y pasar a la ronda siguiente como ocurrió tanto en el ’74 como en el ’78; se puede ganar con lujos y quedarse pronto afuera por un bajón anímico como en el ’94. Todo vale. Pero una mirada optimista y cabulera pondría el detalle en este punto: las dos veces que Argentina salió campeón del mundo ganó su primer partido. En los dos casos, el rival hizo un gol. Como ahora.
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