FúTBOL › CUANDO PARECIAN CERRADOS TODOS LOS CAMINOS, EL EQUIPO DE PASSARELLA ENCONTRO UN GOL AGONICO
El prolijo planteo y el invicto de Arsenal se derrumbaron en el alargue, con el gol de Belluschi cara a cara con Cuenca (ver foto). River no jugó bien, pero ganó merecidamente.
› Por Juan José Panno
Un minuto antes de las puteadas que hubiera generado el magro saldo de un punto sobre nueve entre el campeonato y la Copa; un minuto antes de que se encadenaran las críticas por su escaso poder de definición; un minuto antes de que se empezara a preguntar cuándo cuernos va a jugar Rosales y por qué Passarella hace los cambios que hace; un minuto antes de que se llovieran elogios de punta para Alfaro por el prolijo y ordenado sistema defensivo de Arsenal; un minuto antes de que se empezara a sospechar que lo de Belluschi en el verano fue la luz de un fósforo; un minuto antes de que se cumplieran los cinco que había adicionado Lunati, Ferrari encaró hacia el arco, puso quinta, la metió por el medio para Belluschi que quedó solo, fusiló a Cuenca y convirtió los silbidos en ovación, grito de desahogo, festejo caliente, dedicatoria a Boca. El gol también convirtió las dudas en la convicción de que Arsenal pagó un precio a su conservadurismo y River se llevó lo que se merecía por su ambición y su actitud ganadora.
El partido, como era previsible, tuvo mucha más dinámica en los pizarrones de los entrenadores que en el césped. Alfaro, que adora el papel de apuntador, habló mucho con los jugadores, limitó las salidas de los laterales, ordenó los desplazamientos de San Martín y Ortiz para asfixiar la salida de River, en el segundo tiempo bajó a Garnier como lateral, mandó del otro lado a Sekagya para permitir la entrada de Figueroa y después del empate en una patriada de Llama sacó a Obolo y a Llama para oxigenar a un equipo muy bien parado para aguantar el resultado.
Passarella, que esta vez habló más que otras veces, imaginó que con Ahumada y Ponzio podía contener cualquier amenaza del rival, y que Zapata y Belluschi, especialmente este último, podían generar juego para los dos de arriba. Un rato después del empate de Arsenal el técnico empezó a mover las piezas: no se entendió mucho el de Galván por Marco Ruben, pero sí los de Ríos por Zapata y Lima por Ahumada.
Los dos primeros goles contradijeron la obsesión por el juego colectivo de ambos equipos. El de River, a los 21m de juego, lo convirtió Ferrari porque se avivó que Castiglione podía tener problemas para dominar una pelota que le había caído medio torcida y, después de primerearlo, pateó hacia un costado del indefenso y sorprendido Cuenca. El de Arsenal lo logró Llama, en una patriada por la izquierda que le permitió sacarse de encima la marca, quedar cara a cara con Carrizo y cruzar el disparo a la red.
El desorden de los ataques de River en el último tramo del partido se entiende por las propias urgencias, por la presión que ejercen los hinchas (tibio aliento para el equipo, agresivos murmullos cuando alguno perdía una pelota y por el planteo del rival, metido muy atrás. Con más voluntad que ideas, sobre el final River tuvo el triunfo en los pies de Galván (remate desviado), en los de Belluschi (atajó Cuenca) y otra vez en los de Belluschi, que pateó a quemarropa y apagó todas las puteadas.
Estadio: Vélez (local River)
Goles: 21m Ferrari (R), 56m Llama (A) y 90m Belluschi (R), .
Cambios: 45m Figueroa(5) por Yacuzzi(A); 63m Raimondo por Oblo (A): 73m Mouche por Llama(A) 75m Galván por Marco Ruben (R); 81m Ríos por Zapata(R); 85m Lima por Ahumada (R)
Recaudación: 331.373 pesos.
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