Desde Madrid

Era el más esperado y llegó último a la cita: con el título conquistado en la Eurocopa 2008, el fútbol cerró el círculo y puso fin a las asignaturas pendientes del deporte español. “Vivimos un momento excepcional. Con Rafa Nadal, Fernando Alonso, Pau Gasol... Una gran selección de básquetbol, de balón mano (handball), el motociclismo. Y ahora la selección de fútbol, que es lo que nos faltaba”, celebró en Viena el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, tras el 1-0 de su país sobre Alemania, con el gol de Fernando “El Niño” Torres. “Hemos sufrido, pero al final ha valido la pena”, dijo el rey Juan Carlos, que acompañado por su esposa, la reina Sofía, siguió la final en el estadio Ernst Happel de Viena. “Hemos sufrido, pero al final ha merecido la pena. Hacía tiempo que esperábamos una alegría así. Es lo más bonito de los últimos años. Ya era hora.”

“Lo mejor está por venir. Hay que ir a por el Mundial ahora”, dijo con cierta euforia Zapatero, celebrando el triunfo con los jugadores en el vestuario. “Es un privilegio, creo que soy el primer presidente en democracia que asiste a un título”, señaló. La Eurocopa de 1964 fue conquistada en una final sobre Rusia en el estadio Santiago Bernabeu, observada por el dictador Francisco Franco, durante 36 años al mando del país.

Con este logro, la selección española dejó al fin de ser el “patito feo” del fútbol. Atrás dejó el estigma de equipo perdedor que lo vino acompañando durante 44 años, cuando conquistó su anterior y primera Eurocopa. Ahora ya se puede decir que el fútbol español también sabe ganar.

El inicio de la “era contemporánea” del deporte español cabe situarlo con los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992. España ocupó el sexto lugar del medallero, con la conquista de 22 medallas, incluida la categoría de fútbol. Diferentes estrellas iban surgiendo en otros deportes y otros equipos triunfaban. Por ejemplo, España conquistó el Mundial de básquetbol hace menos de dos años, y pronto surgieron las comparaciones con la selección de fútbol, tan indeseadas por unos y otros. “Son unos perdedores”, decían muchos aficionados sobre los chicos del balompié.

España seguía acumulando decepciones y su punto más bajo podría situarse en la Eurocopa de Portugal 2004, hace cuatro años. El equipo, entrenado entonces por Iñaki Sáez, no pasó de la primera fase, un fracaso mayúsculo para un país que se jactaba de tener la mejor Liga del mundo.

Las cosas no mejoraron mucho en el último Mundial, en el que España quedó fuera en los octavos de final al caer 3-1 ante Francia. “Son unos perdedores”, se volvió a decir.

Entretanto, Nadal se consolidaba como un tenista con mayúsculas, haciendo de Roland Garros un terreno de éxitos continuados. Gasol lideraba la época dorada del baloncesto español y, con dos títulos mundiales de Fórmula 1, Alonso situaba a España en el panorama del automovilismo, hasta ahora intrascendente para el país. Además, Oscar Pereiro y Alberto Contador le daban a España sus primeros Tours de France desde la época de Miguel Indurain.

España afrontaba la nueva Eurocopa con más humildad que otros años, como escarmentada de tantos fracasos. Lo hizo con una nueva generación de jugadores, con muchachos como Iker Casillas, Sergio Ramos, Andrés Iniesta, Cesc Fábregas, Fernando Torres o David Villa. Chicos jóvenes que, sin embargo, ya habían demostrado su valía en sus respectivos clubes.

Y el combinado español fue avanzando, dejando rivales por el camino. Y lo hizo con un estilo muy atractivo, que traspasó fronteras. El equipo gustó no sólo a sus hinchas sino que recibió la admiración del exterior.

De alguna forma, España les dio la razón a los “menottistas”: jugar bien es la forma más corta de llegar al triunfo. Como sucedió ayer, con el triunfo 1-0 ante Alemania, una victoria con la que el fútbol español se quita de encima el viejo estigma de “perdedor”. Y, de paso, el país se confirma entre la elite del deporte mundial.