FúTBOL › EMILIANO ALFARO QUEBRó LA SEQUíA VIGENTE DESDE LA PRIMERA FECHA
El uruguayo marcó el único tanto del partido a ocho minutos del final, tras 507 minutos sin que el conjunto de Simeone pudiera anotar. Jugó mal, pero aun así fue más que Tigre, cuya única voluntad fue la de llevarse un punto.
› Por Daniel Guiñazú
De tanto quererlo, San Lorenzo terminó ganando. Con el gol del uruguayo Emiliano Alfaro, a ocho minutos del cierre, rompió una racha negativa de 507 minutos sin convertir, y volvió al triunfo luego de cinco fechas sin hacerlo. Jugó mal, tan mal como antes. Pero a su gente y a Diego Simeone, que celebró el tanto como si hubiera valido un campeonato, eso les pareció un detalle sin relevancia.
De tanto aguantar el empate, Tigre terminó perdiendo. Caruso Lombardi armó un equipo que rara vez puso más de dos hombres por delante de la línea de la pelota, y que acomodó dos líneas de cuatro sólo para tapar e impedir, obsesiva, meticulosamente. Tan excluyente fue la apuesta que hizo Tigre para llevarse un punto sin importarle nada más, que nunca llegó con peligro al arco de Migliore. Jugó muy mal y estuvo más que bien que haya perdido.
A esta altura del texto, el lector ya debería tener una idea de lo que fue el partido. Si San Lorenzo, queriendo ganar, jugó mal y Tigre, queriendo empatar, jugó peor, la conclusión parece obvia: la tarde fue un desperdicio y el espectáculo, casi irrescatable. La voluntad y el empeño azulgrana le sirvieron para ahuyentar las nubes negras, sólo por ayer. Pasada la efervescencia del triunfo, algo deberá quedar en claro: jugando así, le seguirá costando demasiado a San Lorenzo hacer un gol y, en consecuencia, volver a sumar de a tres.
En tren de buscar y encontrar algún mérito para el equipo de Simeone, habrá que concluir que, a falta de luces y talento, no hubo desesperación a la hora de atacar. Aunque Romagnoli todavía está lejos de su mejor versión en lo físico y en lo técnico, a pesar de que, por los costados, Rivero y Kily González aportaron más fogosidad que claridad, más allá de la intrascendencia de Menseguez y de que a Alfaro lo condenaron a jugar siempre de espaldas, San Lorenzo no llenó el área rival de centros y pelotazos. En la medida de sus menguadas posibilidades, trató de hacer circular sin apuro la pelota por abajo y por las bandas.
Las dos líneas de cuatro que acomodó Caruso Lombardi fueron un obstáculo casi insalvable. Pero como a medida que el reloj iba avanzando, Tigre fue cavando su trinchera cada vez más atrás, San Lorenzo empezó a arrimarse al arco de Islas. Simeone primero sacó a Leiva, puso a Romeo y armó una doble punta de lanza con Alfaro. Y cuando faltaban once minutos y el Nuevo Gasómetro hervía en el caldo de su propia impaciencia, el hiperkinético y bien trajeado entrenador hizo su última jugada: canjeó al Kily González por Bordagaray y decidió atacar con tres.
Los dividendos se cobraron rápido: tres minutos más tarde, Bordagaray cuerpeó a Arruabarrena, desbordó por la derecha, y Alfaro, que siempre dijo presente en todas las (poquísimas) jugadas de riesgo generó San Lorenzo, convirtió el gol que serenó todos los ánimos y puso las cosas en claro. Estuvo bien que haya ganado el único que, pese a todo, siempre quiso ganar.
Cancha: San Lorenzo.
Arbitro: J. Collado.
Gol: 82m Alfaro (SL).
Cambios: 56m Romeo (4) por Leiva y S. González (4) por Menseguez (SL); 59m Pasini (4) por Sánchez (T); 67m B. Rodríguez por Ayala (T); 79m Bordagaray por C. González (SL); 84m Lázzaro por Arruabarrena (T).
Incidencias: 88m, expulsados Benítez (SL) y R. Rodríguez (T).
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