Boca sigue con el paso torcido. Sufrió su segunda derrota consecutiva jugando bastante mal; hace siete fechas que no gana; tiene más derrotas (3) que triunfos (1); recibió más goles (18) que los que convirtió (14); quedó penúltimo en la tabla y si el domingo que viene pierde ante River y Atlético Tucumán le gana a Estudiantes, se sumergirá en el fondo de la tabla.

La vieja interna del vestuario; los cruces en la dirigencia, que vieron la luz en la semana; las críticas de los futbolistas al técnico, que empiezan a hacerse públicas; el ánimo por el piso por la sucesión de contratiempos, se suman a la falta de liga y conforman una mezcla explosiva que suele explotar en victorias ajenas.

Tigre, el Tigre del zorro Caruso que tiene jugadores que no juegan mucho pero corren como leones, se aprovechó del presente de Boca y le ganó 3-0, un resultado que no guarda ninguna relación con el dominio de la pelota y del terreno, pero sí con la eficacia y la practicidad de unos y otros.

Los tres goles de Tigre combinaron méritos propios con errores del rival. En el primero se durmieron los centrales y Martín Morel habilitó a Luna, que quedó cara a cara con Javier García y cruzó bien el remate al segundo palo.

En el segundo, el brasileño Luiz Alberto perdió ingenuamente una pelota que fue a disputar con Blanco y se tiró al suelo en lugar de correr a su rival y molestarlo en la continuidad de la jugada. Con el brasileño en el piso reclamando una falta inexistente, Blanco avanzó unos metros en soledad levantó la cabeza y metió el centro para que Luna se arrojara en palomita en la entrada al área chica.

En el tercero, Monzón marcó mal sobre su lateral, se cayó en un choque sin mucha fuerza y le permitió a Blanco mandar el centro que terminó luego de un toque de Brian Rodríguez en la zurda del Chino Luna. Cañonazo y gol. Luna por tres sobre el cielo oscuro de Boca. Tres a cero.

Boca puede quejarse un poquito de la mala surte, argumentar que fue increíble que no entrara esa pelota que metió por dos veces seguidas Viatri en un palo y en el otro; o lamentar que faltó una pizquita para que entrara esa pelota que picó Riquelme, después de amagarle muy bien a Islas, pero ninguna de estas jugadas atenúa la floja actuación general ni reduce los méritos de Tigre.

El equipo de Alves dio ventajas con esa endeble defensa del Mercosur (un chileno, un brasileño, un paraguayo, un argentino) que no da pie con bola; marcó mal en el medio; Riquelme, que empezó fenómeno, se cansó pronto de que le devolvieron cada uno de sus pases con ladrillos y se entregó; a Gaitán no le salió una y Palermo casi no tocó la pelota. Boca se dejó enredar mansamente en la telaraña que le tejió Tigre con el simple recurso de colocar a sus once jugadores detrás de la línea de la pelota.

Inmediatamente después del primer gol, que se produjo a los 10 minutos, Caruso Lombardi dio la orden de amontonar gente en torno de Riquelme y Gaitán, y de tapar las subidas de Medel y eventualmente Monzón. Favorecido por la urgencia, la desesperación y los avances muchas veces ciegos de Boca, Tigre apostó a un contraataque aislado que liquidara la cuestión.

Luna, que ahora se sumó a Silvera y a Palermo en la punta de la tabla de goleadores, falló en algunos pases, pero no se equivocó cuando le dejaron la pelotita en el área.

La hinchada de Boca despidió al equipo con un cantito típico (“que el domingo cueste lo que cueste...”) que sonó a amenaza. Y si el domingo Boca no gana ya no habrá cantos, sólo silbidos.

Estadio: Tigre.

Arbitro: Patricio Loustau.

Goles: 10m, 44m y 77m Luna (T).

Cambios: 61m Mouche (4) por Gaitán (B) y Pasini (5) por Morel (T); a los 67m, Insúa por Erbes (B) 70m Brian Rodríguez por Lázzaro (T); 76m Viatri por Chávez (B); a los 87m Alarcón por Luna (T).