FúTBOL › LA CONTINUIDAD –O NO– DE MARADONA ES CASI UNA CUESTIóN DE ESTADO
¿Grondona quiere renovarle el crédito al técnico actual? ¿Hasta dónde pesa la opinión de Cristina? ¿Qué quiere realmente Maradona? ¿Cuál es el plan B si no sigue? ¿Qué pito toca Bilardo? Hoy se empezarán a develar las incógnitas.
› Por Gustavo Veiga
Parece un asunto de Estado aunque no lo es. Las palabras de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en respaldo a Diego Maradona le dieron esa apariencia. Podría sostenerse lo mismo del consejo que le pidió el técnico al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en su viaje reciente a Caracas. O recordarse que trascendió una posible candidatura a un cargo electivo para el ídolo tan venerado como denostado. La política se metió en el fútbol a tiempo completo, pero el futuro de la Selección se define entre dos soberanos sin vocación de estadistas: Julio Grondona y el único argentino que, según él, “puede hacer lo que quiera”.
El contenido de esta nota quizá se desintegre hoy como la cinta de la célebre serie televisiva Misión Imposible. Las especulaciones, entonces, no tienen demasiado sentido. Sobre todo, cuando quedan más preguntas abiertas que respondidas. El presidente de la AFA le bajó el voltaje al asunto y se llamó a un prudente silencio. Maradona es tan imprevisible como cuando jugaba. Nunca se sabe para qué lado saldrá, ni siquiera si le redoblan la marca. Este partido sin arcos no debería extenderse demasiado. El Mundial de Sudáfrica terminó hace un par de semanas, pero es como si hubiera pasado un año. Se trata de designar ahora a un entrenador para ver cómo seguimos. Tal vez el propio Diego. O no. Todo dependerá de ellos, los dos peces gordos. ¿Podrán ponerse de acuerdo? ¿Querrán convivir otros cuatro años? ¿Los perderá el ego? Algunos de estos dilemas se resolverán en las próximas horas. La Selección espera. El pueblo futbolero quiere saber de qué se trata.
–¿Puede reprocharle Grondona a Maradona determinados integrantes del cuerpo técnico cuando todavía no hizo la autocrítica sobre su propio entorno mundialista?
–Ninguno de los protagonistas hizo su propio mea culpa tras la humillante eliminación en Sudá-frica. El técnico reivindicó a sus jugadores; el presidente calló más de lo que concedió. Hábil, el perpetuo inquilino de la calle Viamonte le cedió la pelota y el campo de juego a su ex empleado jerárquico con contrato vencido. Maradona primero se refugió en su casa de Ezeiza, luego se comunicó con el presidente y le adelantó que quiere seguir. La pregunta es: ¿Cómo?
Grondona o quienes sugieren ralear a Alejandro Mancuso, Héctor Enrique y el profesor Fernando Signorini del cuerpo técnico, no lo cuentan en público. El vocero del presidente, Ernesto Cherquis Bialo, usó el adverbio de modo “apriorísticamente” para decir que “no hay cuestionamientos” sobre ellos. ¿Por qué entonces el preparador físico del plantel declaró en una entrevista que le realizó el diario La Voz del Interior?: “Renunciaría, pero sin callarme. Sabía a lo que me exponía cuando denuncié las barbaridades que hace la FIFA. Lo repito. Si me tengo que ir, voy a hacer ruido al cerrar la puerta”.
Además de ese trío de colaboradores, hubo otro que, sin tener contrato, también juntó en su figura todas las críticas que andan dando vueltas: Oscar Ruggeri. La última fue de Humberto Grondona, el hijo mayor de Julio, quien sin decir agua va lo definió como el asesor táctico-defensivo de Maradona. Eso y acusarlo del 0-4 en contra con Alemania sería más o menos lo mismo.
No sería un gesto de hidalguía que el presidente de la AFA o los integrantes de la Comisión de Selecciones Nacionales cuestionen la idoneidad de Mancuso, Enrique (en menor medida) y Signorini, cuando como dirigentes no hicieron la mínima autocrítica: sólo Luis Segura, el titular de Argentinos Juniors, presentó su renuncia. Noray Nakis y Juan Carlos Crespi habrían defraudado la confianza presidencial por su impericia para manejar las consecuencias del tour de los barrabravas. “A Grondona no lo molestó tanto que viajaran en el mismo avión de la Selección, si no, ignorarlo”, confesó una fuente que pidió anonimato. También lo fastidió al viejo dirigente que se mostraran demasiado condescendientes con el técnico.
–¿Tiene la AFA un proyecto estratégico para la Selección que vaya más allá de los próximos años cuando le reclama a Maradona la presentación de uno propio?
–La respuesta es no. Si lo tuviera, le fijaría las pautas al técnico o lo consensuaría con él. Los dirigentes ni siquiera cuentan con un proyecto para renovarse ellos mismos. José María Aguilar, el desprestigiado ex presidente de River y responsable de la peor crisis institucional, económica y deportiva en la historia del club, integra la comisión organizadora de la próxima Copa América. Nadie habla de la savia nueva que la dirigencia del fútbol argentino requeriría.
Tampoco se conoce un proyecto para volver a las fuentes en materia de juveniles, uno semejante al que tantos éxitos generó durante la etapa de José Pekerman como director técnico. Su idea y los títulos en que se plasmó parecen hoy irrepetibles. Cuando renunció Alfio Basile a su segundo ciclo en la Selección, Grondona había declarado que los candidatos a reemplazarlo (Carlos Bianchi, Miguel Angel Russo y el propio Maradona) debían presentar un proyecto. Desde la Secretaría de Deporte de la Nación se le ofreció al presidente de la AFA cooperar en el análisis de las propuestas que le llegaran para el área de educación física, medicina deportiva y biomecánica, pero nunca respondió. Es más, ni siquiera le exigió el proyecto a Diego que le pide ahora. El retroceso fue evidente.
–En el caso de que Maradona rechace eventuales cambios que le proponga Grondona y se vaya dando un portazo, ¿existe un plan B para reemplazarlo?
–Antes de renunciar, Segura dijo que no había un plan alternativo para cubrir el vacío que dejara una eventual partida del técnico. A poco de repasar el mapa de posibles reemplazantes, no surge alguien que coseche unanimidades. Gerardo Martino, el que aparece más nombrado por su buena campaña con la selección paraguaya, ya confirmó que continuará en Asunción hasta la Copa América del año próximo. Recién después dirá si sigue hasta el Mundial de Brasil. A Grondona le atribuyen interés en una variable que podría ser Alejandro Sabella, el entrenador de Estudiantes, campeón de la Copa Libertadores y subcampeón en el Mundial de Clubes. Pero es apenas una versión desdibujada. Tampoco parece estar el candidato en la generación del ’86, prohijada por el también desdibujado manager Carlos Bilardo. Sergio Batista se sale de la vaina por dirigir a la Selección (puede esgrimir a su favor un título olímpico), pero no le da el piné.
Sobre la continuidad de Diego las opiniones están divididas. Hay dirigentes que lo defenestran en privado –el único que lo cuestionó en público fue el vicepresidente de Vélez, Julio Baldomar– y otros que lo respaldan. Claro que, cuando Nakis o Gastón Granados, presidentes del Deportivo Armenio y Tristán Suárez respectivamente, dos clubes de la B, le brindan su apoyo en los medios, no suman tanto como lo que restan. Grondona los percibe demasiado cercanos al técnico. ¿Qué pensará Daniel Passarella? ¿Y Jorge Amor Ameal?
El hombre que tiene la última palabra, duda. Esa es la imagen que les transmite a sus colaboradores más íntimos. Hay mucho en juego en la relación con un gobierno que tiene empatía con Diego. Está vigente un contrato por los derechos de televisión con la Jefatura de Gabinete, se espera una respuesta afirmativa a la cesión definitiva del predio que la AFA utiliza en Ezeiza y que se levanta en tierras fiscales. No son datos menores.
–¿Le importa al gobierno nacional que Maradona continúe como técnico de la Selección?
–Ciertas declaraciones públicas sugerirían que sí. Empezando por aquel “aguante Maradona, aguante la Selección y aguante Argentina”, con que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner le tributó un apoyo más emocional que político. Un colaborador de Grondona que mantiene contactos periódicos con funcionarios del gobierno nacional le dijo a este periodista que “les da lo mismo” si continúa o no Maradona. En el último tiempo, resultó evidente que el principal sostén de Diego en el oficialismo es Alejandro Granados, el intendente de Ezeiza, el partido del Gran Buenos Aires donde vive el técnico.
Es un caso curioso el de la Selección. Así como durante el gobierno de Raúl Alfonsín lo quisieron desbancar a Bilardo desde la Secretaría de Deporte que conducía Rodolfo O’Reilly, ahora, con mayor o menor énfasis, a Maradona se lo respalda.
–¿Puede imponerle Grondona a Maradona el arte de la diplomacia para que no haga declaraciones inconvenientes que tanto lo fastidian?
–Desde el “que la sigan chupando”, las bravatas habituales de Diego fueron in crescendo. A Grondona lo incomodaron en demasía la presencia de Oscar Ru-ggeri en Pretoria, el modo en que fustigó a Héctor Baldassi por su arbitraje en el partido España-Portugal (lo tildó de “horrible” y comparó de modo discriminatorio a su juez de línea, Hernán Maidana, con el cantante lírico ciego Andrea Bocelli), las críticas a Michel Platini, el presidente de la UEFA, de las que se vio obligado a pedir disculpas y lo que consideró el último desplante. Su viaje a Caracas para entrevistarse y asistir a una serie de actos invitado por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. La reunión para definir su futuro en la Selección quedó postergada por eso.
Nadie consiguió hasta hoy moderar el ímpetu de Diego, ni siquiera sus padres. Ponerle una mordaza sería imposible; mucho menos hacerle firmar una cláusula de confidencialidad para que no diga ciertas cosas. Está en su naturaleza abrir la boca sin medir las consecuencias. Por eso, en el ambiente del fútbol, así como la mayoría lo ama, hay mucha gente que le teme. Aunque la pregunta que sería más interesante responder es qué consejo le pidió –como él mismo afirmó– al popular líder venezolano cuando lo visitó la semana pasada. ¿Le habrá solicitado su opinión para saber si sigue dirigiendo a la Selección? No se sabe.
Sí confesó que era “un orgullo poder estar al lado del presidente porque lucha por la gente, por el país, por sus ideales. Estoy con él a muerte, estoy con él permanentemente escuchándolo cómo defiende todas sus posturas y me parece fantástico”. Un Maradona auténtico, revolucionario, más político que director técnico.
¿Será ése el hombre que necesita la Selección en este momento? La última pregunta tendrá su respuesta hoy. Un poco más de suspenso no le hace mal a nadie, aunque el culebrón canse.
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