FúTBOL › JUGADORES DE LA MEJOR RAZA HOY SE JUNTAN EN HURACáN
Huracán empató con Godoy Cruz de Mendoza en el mediocre partido que marcó el regreso de Miguel al club que preside Carlos. Abrió el marcador Jairo Castillo al tomar un rebote de un penal y lo cerró Machín tras un error de Ibáñez.
› Por Juan José Panno
Miguel Angel Brindisi fue recibido con aplausos. Tibios cuando anunciaron su nombre por los altavoces y un poco más cálidos cuando se fue acercando al banco de los suplentes. Hay algunas facturas que nunca se terminaron de pagar (cuando pasó a Boca en el ’81 y dijo que siempre había querido ponerse la camiseta azul y oro; cuando celebró como técnico el campeonato que Independiente le ganó en la última fecha a Huracán en el ’94), pero el recuerdo de los años felices pudo más.
A Carlos Babington, hoy presidente, antes DT y antes de eso jugador en el mejor equipo de la historia del club, últimamente no le va muy bien con los hinchas. Lo silban seguido, le reclaman por haber desmantelado el equipo subcampeón de Cappa y por terminar peleado con todos los entrenadores, desde el Pitón Ardiles hasta Angel Cappa, pasando por el Turco Mohamed. No es muy sencilla la vida del dirigente.
Con Brindisi, Babington estuvo enemistado durante muchos años. Cuentan las viejas chismosas del Parque de los Patricios que fue porque Babington y señora hicieron causa común con la esposa de Brindisi cuando el matrimonio decidió la separación. Hace un par de años, los dos cracks tuvieron un primer acercamiento y ahora, tras el cantado alejamiento de Rivoira, Babington llamó a su ex amigo/ex enemigo y le ofreció un contrato hasta fin de año.
La historia deportiva de los dos posee muchos puntos en común: jugaron el Mundial de 1974, fueron vendidos a Europa (Babington al Wattenscheid 09, Brindisi al Unión Deportiva Las Palmas), pero el encuentro más recordado es el del Huracán campeón del ’73. Eran –se diría hoy– el doble enganche del equipo, uno por la derecha, el otro por la izquierda, con mucha tiza en los botines para pegarle al arco, para tirar paredes y para dar pases de gol.
Ayer en Parque Patricios no hubo precisión, ni tiza. “Los compadezco”, nos dijo Daniel Buglione en la platea, mirando la hojita con un par de apuntes sobre el partido que acababa de terminar. “Los compadezco, en serio –agregó–. No se qué haría si tuviera que escribir sobre este partido.” El marcador central que compartía la zaga con Alfio Basile en el glorioso Huracán del ’73, no sabía –no tenía por qué saber– de nuestra intención de cruzar las vidas y las carreras de Brindisi y Babington, más que comentar el partido. Tampoco le dijimos. Sólo preguntamos. ¿Quién era mejor? Y ahí se despachó a gusto:
–Miguel, Miguel era mejor. Babington era muy fino, pero Miguel era más completo, tenía más gol, metía unas diagonales terribles. Cuando había un tiro libre para nosotros, se paraban los dos y los arqueros no sabían si tenían que esperar el derechazo de Miguel o el zurdazo de Carlos. Y uno de los dos la embocaba. En el ’72, en los entrenamientos se ponían a patear Menotti, Willington, Babington y Brindisi, era impresionante. Arrancaban desde 35 metros y se iban acercando al borde del área. Pum, pum, pum, las ponían todos en los ángulos. Yo tuve la suerte de verlos de cerca.
Estadio: Huracán.
Arbitro: Diego Abal.
Goles: 43m, Castillo (GC); 45m, Machín (H).
Cambios: 46m, Nieto (4) por Filipetto (H); 56m, Villán (4) por Montiglio (H); 64m, C. Sánchez (5) por Salinas (GC); 71m, Piñero Da Silva por Castillo (GC); 77m, Quintana por Peña (H); 84m, Carranza por García (GC).
Incidencias: 15m, expulsado Ramírez (G); 43m, Monzón le tapó un penal a Castillo (GC); 82m, expulsado Machín (H).
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