Lun 18.10.2010
libero

FúTBOL › BOCA VENCIO POR 2 A 0 A HURACAN, CAPITALIZANDO ERRORES AJENOS

Le dan una mano y la sabe aprovechar

Un gol de Palermo (después de una mano sin aparente intención) y otro de Viatri (luego de un rechazo defectuoso) le permitieron a Boca sumar otros tres puntos. El equipo de Borghi no jugó bien. El de Brindisi fue un desastre.

› Por Juan José Panno

Boca sigue navegando contra la lógica. Pierde cuando juega bien (Lanús), gana medio de casualidad cuando debió empatar (Tigre) y mete dos goles cuando produce una de sus peores actuaciones de los últimos tiempos (ayer, contra Huracán).

Lo único que explica y justifica su victoria fue la paupérrima actuación de su rival, un equipo híbrido, deshilachado, sin consistencia defensiva ni peso ofensivo.

Los dos goles de Boca sirven como radiografía de lo que es capaz Huracán en eso de contribuir a la victoria de sus rivales de turno. En el primero, Palermo paró una pelota cerca del área con la mano (sin intención evidente) y los defensores del equipo que dirige el pobre Brindisi se asociaron en el suicidio: algunos se quedaron estáticos y otros reclamaron al árbitro mientras Martín Palermo giraba su osamenta y empalmaba la pelota con el cañón de la zurda. No hubo ninguna chance para Monzón.

En el segundo, Chávez arma una buena jugada que terminaba en nada, en un rechazo largo o un pase al costado, algo de eso. Pero no. Quintana pifió la devolución y la pelota le cayó a Viatri, que se encontró sorpresivamente con el paquetito del regalo y no dudó en desatarlo. Toque bajo y gol típico de un picado, de un solteros contra casados.

Boca y Huracán eran los dos únicos equipos de este campeonato que hasta ayer nunca habían terminado un partido sin que le hicieran goles. Ahora el triste privilegio es sólo de Huracán. Si sigue dando ventajas como las de ayer, va a ser muy difícil que de aquí al final del torneo pueda romper el ingrato invicto. Y si Boca jugara todos los domingos contra equipos que como Huracán no lo inquietan y casi no patean al arco, entonces sí podrá repetir esta cuestión de que el adversario se quede zapatero.

Lo de Boca, un equipo limitado a tirar la pelota hacia adelante para ver qué pasa, generoso en el esfuerzo y en las intenciones, pero repetido en sus variantes de ataque, se puede entender un poco (sólo un poco) si se consideran las ausencias de algunos titulares cantados: Riquelme (vuelve contra Argentinos Juniors, dentro de dos semanas), Battaglia (lesionado, estuvo en duda hasta último momento), Clemente Rodríguez (suspendido) y Cellay (se le complicó un esguince de tobillo). A todos éstos hay que agregar la revelación de los últimos encuentros, el paraguayito Gaona Lugo (lesionado, no podrá jugar hasta el año próximo).

Pero, como sea, Boca tiene plantel como para aspirar a una actuación más digna. En teoría, Méndez-Erbes-Escudero-Chávez no es un despreciable mediocampo. Y una línea de tres con Medel, Caruzzo e Insaurralde debería ofrecerle tranquilidad a Lucchetti. Sin embargo, el medio juego no es fluido y en el fondo parecen resignados a pegarle bien lejos por temor a salir jugando con la pelota al pie.

La última vez que Boca había terminado un partido con el arco invicto había sido en la 16ª fecha del Clausura, cuando superó por 2 a 0 a San Lorenzo de Almagro. Pasaron catorce partidos, hasta que enfrente se paró Huracán, armado con balas de fogueo.

Con sus 16 puntos (en la mitad exacta de la tabla, a 10 puntos de Estudiantes y a 10 de Quilmes y Gimnasia), Boca sólo espera el clásico con River, ese campeonato aparte. Sueña con que le vaya mejor que en este torneo.


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