Lun 04.07.2011
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FúTBOL › A QUé SE ENFRENTA RIVER DESPUéS DE HABER PERDIDO LA CATEGORíA UNA SEMANA ATRáS

Después del derrumbe, la auténtica realidad

El presidente Daniel Passarella sigue encerrado en su laberinto, sin asumir totalmente que su club jugará el torneo de la Primera B Nacional. El rescate económico parece cada vez más alejado de Núñez.

› Por Gustavo Veiga

La interpretación del derrumbe de River se nutre de un campo fértil de violencias, pulsiones, rituales y declaraciones que, con la caída del gigante anestesiado, adquirieron una repercusión inédita. A tal punto, que su crisis opaca a la Copa América en el centimetraje periodístico. El clima de crispación que domina al fútbol argentino quedó sublimado por lo que pasó, pasa y continuará pasando en el interior de ese anillo cascoteado que es el estadio Monumental. También las evidencias demuestran que River está obligado a delinear su futuro fuera de casa, en escenarios inciertos, plagados de incertidumbres económicas y deportivas. En esas condiciones adversas deberá resignificar su grandeza. El presidente de un club de Primera, refiriéndose a Daniel Passarella, se preguntó esta semana: “Si no cambia de postura, ¿quién va a dar la cara por River?”. La respuesta es obvia: nadie. Por eso, el dirigente y ex técnico que ganó la elección de diciembre de 2009 por apenas cuatro votos, busca auxilio político para resolver los graves problemas que tiene en diversos frentes. Pensó en una reunión con la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, como apuesta máxima. Pero deberá bajar al ruedo, mentalizarse de que jugará el torneo de la B Nacional e interactuar como máximo representante de una institución enorme que retrocedió tantos años como los 110 que cumplió el último 25 de mayo.

Un dato económico subraya la encrucijada de River: si se cumple el cronograma de ingresos televisivos fijado para las distintas categorías (A, B Nacional, B, C, D y fútbol del interior), el club dejará de percibir unos 36,5 millones de pesos anuales en la temporada 2011-2012. Hasta el último partido con Belgrano, que lo condenó a jugar en la segunda división, cobraba alrededor de 40 millones de pesos. Ahora le corresponderían 3,5 millones, según informa la oficina de prensa de la AFA. Passarella se niega a aceptar esa realidad. En una extensa entrevista que le concedió a Clarín el miércoles 29, vaticinó que “en River va a seguir ingresando la misma plata”. ¿Cómo puede asegurarlo? Sólo él lo sabe. Aún no garantizó un fideicomiso que le iba a permitir pagar una parte del enorme pasivo que heredó del peor presidente de la historia, José María Aguilar, pero el Kaiser, como el Quijote, de- safía a los molinos de viento.

¿Y ahora de qué nos disfrazamos?

Es curioso: cuando el fútbol argentino aumentó de manera ostensible su recaudación por derechos de televisión (pasó de 268 millones en 2009 a los actuales 600), River, uno de los dos clubes que más cobraban de la TV, siente amenazados sus históricos ingresos. Los que se quedaron en la A están divididos en tres escalas que tienen a Boca arriba de todos (40 millones), Independiente, Racing, San Lorenzo y Vélez en un segundo escalón (casi 19 millones) y los quince restantes se reparten lo que queda en partes iguales. Unos 14 millones cada uno. Si se aplicara esta lógica, Passarella contaría con menos dinero que el Arsenal de su enemigo más poderoso, Julio Grondona; y estaría también muy por debajo de los cuatro equipos que ascendieron, Atlético Rafaela, Unión, Belgrano y San Martín de San Juan. Tan tensa como está la relación con la AFA, si siguiera igual hasta octubre, el presidente de River podría tomarse una pequeña revancha simbólica ese mes: su voto contra la enésima reelección de don Julio sería muy publicitado y se sumaría al del empresario mediático Daniel Vila, titular de Independiente Rivadavia de Mendoza. El único opositor declarado de Grondona desde hace un par de años.

Mientras tanto, la inquietante presencia de River en una categoría que no se compadece con su historia abre surcos en el reparto de la torta. Las porciones son sustancialmente más chicas y resulta imposible imaginar que de los 70 millones que recibe la B Nacional por el Fútbol para Todos, surja compensación alguna para el club caído en desgracia. Otros grandes por convocatoria –aunque no tanto como River– harían sentir su voz: Central, Huracán y Gimnasia. El desbarajuste que causó la ruina deportiva del más grande todavía es imposible de mensurar. Y aunque Passarella sostenga que “la AFA quiso que River se vaya al descenso”, su aserto resulta muy difícil de comprender.

Según una fuente del Gobierno que se desempeña en el área de medios, “habrá prescindencia en el reparto del dinero. La distribución de los 600 millones es un tema de la AFA y de los clubes. Lo que no está resuelto es qué pasará con los partidos de River, aunque la ley de medios es muy clara al respecto. Todo acontecimiento de interés social relevante debe cederse. Aunque eso no significa que los dueños de los derechos los regalen. Están obligados a comercializarlos, al menos”. Por intermedio de TSC (Televisión Satelital Codificada), Clarín aún conserva los derechos de la B Nacional hasta 2014 y pasa los partidos por TyC Sports. ¿Qué sucedería si decide transmitir a River por Canal 13, su pantalla principal? La hipótesis no es delirante.

Carlos Avila, el ex zar de los derechos televisivos durante más de dos décadas, quien cierta vez admitió en el Congreso que hubiera prorrogado el contrato con la AFA hasta el 2040, pasó de un intento por acompañar a Passarella en su fórmula a criticarlo hoy con dureza. Con lógica empresaria sostiene que “si River fuera una sociedad anónima, si en lugar de dirigentes lo manejaran accionistas, se hubiera reunido el directorio, le pedirían explicaciones al presidente y lo echarían. Pondríamos un gerente general nuevo, haríamos las cosas de otro modo. Pero se trata de un club, de un presidente elegido por los socios y es muy difícil tomar decisiones”.

El creador de Torneos y Competencias (TyC) cuestiona al entorno de Passarella (sobre todo a Adolfo Vázquez, el publicista que construyó la candidatura del Kaiser y que, sin ser directivo, tiene más poder que la comisión), aunque tampoco ahorra críticas para el trinomio que gobernó River entre 2001 y 2009: “Acá hubo tres personas, Aguilar, Israel y Grinberg, que manejaron todo y son también responsables. Fueron como una asociación ilícita”. Avila además toma distancia de Grondona y el Gobierno porque aduce que el primero “ahora tiene una caja importante y maneja los votos mejor. El Fútbol para Todos me parece bien, es un logro importante que se hayan recuperado los derechos, pero el dinero debería ir directo a los clubes, ya que así Julio tiene más poder que antes”.

Territorio comanche

La ya célebre batalla de los quinchos dio paso a una superior, la del domingo 26, tan monumental como el estadio. Concretado el descenso de River, la violencia se enseñoreó en varias cuadras a la redonda y no hubo muertos de milagro. Las esquirlas de semejante demostración de intemperancia todavía siguen hiriendo el cuerpo escaldado del gigante caído. Como Gulliver en el país de Liliput, quedó atrapado en un territorio inexplorado. No porque ignore la violencia. Desde la primera gestión de Aguilar las prebendas otorgadas a Los Borrachos del Tablón cotizan en alza.

El agravante es que la Justicia investiga un delito que antes no era tan visible y hoy estaría casi probado. Efectivos de la Policía Federal otorgaron algún tipo de cobertura a los miembros de la barra brava que amenazaron de muerte al árbitro Sergio Pezzotta en su vestuario. Si ya existía connivencia de los dirigentes con los violentos, si los socios, hinchas de buena fe o el público en general eran sometidos a una inseguridad preocupante los días de partido, la comprobación mediante videos de que al menos un agente de la Federal tenía socios en la tribuna, deja a todos a la intemperie.

La ministra de Seguridad Nilda Garré informó: “El video muestra conversaciones anteriores a lo que habría sido la amenaza al árbitro entre integrantes de la barra brava, dirigentes del club y un efectivo policial, de manera que estamos todos muy preocupados, esperando que la Justicia haga la tarea para después cada uno en su órbita tomar las medidas correspondientes”. La funcionaria ya decidió desplazar de la fuerza a Matías Ponce, quien hacía ocho años que trabajaba en la comisaría 51ª. Se trata de uno de los efectivos que habrían liberado el camino para que un grupo de doce barrabravas amenazara al árbitro durante el entretiempo del partido ante Belgrano. El mismo video de las cámaras de seguridad del Monumental dejaría en evidencia la inoperancia de un funcionario de la Unidad de Coordinación de Seguridad y Prevención de la Violencia en Espectáculos Futbolísticos (Ucpevef) y la presunta desatención de un empleado de River, Pedro Brazenas, hermano del ex árbitro Gabriel Brazenas, quien con habitualidad controla el acceso al vestuario de los árbitros.

A raíz de aquel video que se volvió masivo en los medios audiovisuales, el fiscal del distrito de Saavedra, José María Campagnoli, pidió las detenciones del secretario general de River, Daniel Bravo (el dirigente más comprometido); Gabriel Riccio, un mecánico que es el virtual responsable de la seguridad interna del club; Francisco “Jajo” Bierniakowicz, el presunto vínculo con los barras; el vocal suplente Néstor Morelli y los capos de la barra Martín Araujo, Héctor “Caverna” Godoy y Gustavo “El Uruguayo” Larraín.

El clima interno se puso tan espeso que Horacio Roncagliolo, un dirigente opositor, acaso el más crítico de la actual conducción de River, señaló que circula un e-mail que envió un tal Hernán Díaz (todo parece indicar que es un seudónimo) con las direcciones y teléfonos de los integrantes de la comisión directiva. Ergo, una invitación a que los vayan a buscar o los llamen para insultarlos todos aquellos hinchas decepcionados y deprimidos por el primer descenso de la historia que sufre River. Los 32 dirigentes que acompañan a Passarella en su gestión ya tienen custodia policial. Seguramente necesitará otro tanto –si no la tiene ya– el ex presidente Aguilar y quienes conformaron junto a él (Israel y Grinberg) los tres lados del Triángulo de las Bermudas que se tragó a River en la última década.

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