FúTBOL › EL OTRO NEGRO PERíODO DE LA HISTORIA DE RIVER
Entre 1957, después del tricampeonato, y 1975, cuando volvió al éxito con Angel Labruna como DT, el club atravesó casi dos décadas sin celebrar títulos. El penal de Delem, la mano de Gallo, la canchereada de Amadeo, el gol de diferencia.
› Por Juan José Panno
Nada más negro en la historia de River que este descenso a la segunda categoría. Nada. Ni la más humillante derrota contra Boca se puede comparar. Pero se supone que el paso por el Nacional B será fugaz y el año que viene tendremos nuevamente a uno de los dos clubes más grandes del país en la división mayor. Sin embargo, hay un largo, larguísimo período oscuro en la historia del club de Núñez que cualquier hincha veterano recuerda muy bien: los 18 años que el club atravesó sin ganar un título. Acostumbrados a los campeonatos en seguidilla, el período de sequía entre 1957 y 1975 se hizo interminable.
Desde la instauración del profesionalismo, en 1931, River había salido campeón 12 veces: 1932, 1936, 1937, 1941, 1942, 1945, 1947, 1952, 1953, 1955, 1956 y 1957. Doce títulos en 27 campeonatos, una marca impresionante, insuperable. La triple corona de 1955/56/57 señaló el final de una época y abrió aquel período especial de vacas flacas.
A pesar de contar en su plantel con grandes jugadores, como los hermanos Ermindo y Daniel Onega, Amadeo Carrizo, el brasileño Delem, José Manuel Ramos Delgado, Luis Artime, Vladislao Cap y José Varacka, entre otros, River empezó a los tumbos la década del ’60. Estuvo muy cerca del título en el ’62, pero un penal ejecutado por Valentim y otro que Roma le atajó a Delem adelantándose por lo menos dos metros (con el aval del árbitro Carlos Nai Foino) le impidieron la consagración.
Años más tarde, en 1968, River estuvo otra vez muy cerca de un título en un triangular de desempate que jugó con Racing y Vélez, pero otra vez se quedó con las ganas. Un arbitraje lamentable de Guillermo Nimo jugó un papel fundamental en el partido que disputaron River y Vélez en la cancha de San Lorenzo. El juez de ese partido no vio lo que sí había visto todo el estadio: una mano del defensor velezano Luis Gregorio Gallo, arrojándose en palomita para salvar una pelota con destino de red.
En el medio, entre el campeonato de Delem-Roma-Nai Foino y el de Gallo-Nimo, se produjo una de las derrotas internacionales más dolorosas de la historia. Fue en Santiago de Chile, en el desempate de la final de la Copa Libertadores de América contra Peñarol de Montevideo. River ganaba 2-0 al final de la primera etapa y se encaminaba hacia una cómoda victoria. Pero después de que Amadeo Carrizo parara la pelota con el pecho, en lo que se interpretó como una canchereada o una “gastada” a los rivales, los uruguayos, tocados en su amor propio, empataron el encuentro y en el período suplementario establecieron un 4-2 lapidario. Ese día nació el mote de “gallinas” .
River perdió el título del Metropolitano de 1970 por apenas un gol de diferencia tras Independiente. En los inicios de esa década llegó a la Primera de River Norberto Osvaldo Alonso, uno de los máximos ídolos del club, que tendría una actuación esencial en la campaña de 1975, cuando se cortó la racha negativa. Angel Amadeo Labruna era el entrenador de un equipo que se sostenía en el arco con las manos de Fillol; que tenía como columnas vertebrales en el fondo a Roberto Perfumo y el actual presidente Daniel Passarella; que aguantaba con Reinaldo Carlos Merlo y generaba juego con Alonso y Juan José López para abastecer a los tres de arriba: Pedro González, Morete y Más. Después de 18 años y 26 campeonatos entre torneos de Primera, Nacionales y Metropolitanos, River volvió a lo más alto en 1975 y luego enhebró nuevas seguidillas de títulos. El período oscuro se acabó. Es decir, siempre que llovió, paró.
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