Lun 16.01.2012
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FúTBOL › LAS HINCHADAS DE INDEPENDIENTE Y BOCA, NUEVOS FOCOS DE CONFLICTO

¿Qué hacer con las barras?

Las flamantes autoridades de ambos clubes se encontraron con problemas con los violentos. A Javier Cantero, presidente rojo, ya lo insultaron en el amistoso con San Lorenzo. Moscariello, vice de Angelici, explica su plan ante la interna Di Zeo-Mauro Martín.

› Por Gustavo Veiga

Cada vez más mimetizados, el fútbol y la política también se diferencian en algo. Javier Cantero, el flamante presidente de Independiente, que no cumplió un mes en el cargo, lo vivió de cuerpo presente. Sacó el 60 por ciento de los votos para ganar las elecciones y la barra brava ya empezó a insultarlo. Un presidente o gobernador votado por ese porcentaje en cualquier lugar de la Tierra no la pasaría tan mal recién asumido. “Sabía que era un riesgo, no me puedo hacer el sorprendido. Pero no le vamos a dar dinero a la barra. No queremos que vivan del club. Nosotros, los nuevos dirigentes, pagamos la platea como señal de lo que pretendemos”, le dice a Líbero. Su gesto es valorado por sus pares. José Luis Meiszner, secretario de la AFA y la Conmebol, lo apoya, aunque con una dosis de incredulidad: “El triunfo que significaría lograr su objetivo habría que analizarlo en el mediano y largo plazo”. Oscar Moscariello, vicepresidente 1º de Boca y legislador porteño, afirma que “las barras le hacen muy mal al fútbol. En nuestro club se le pidió a Carlos Stornelli un plan porque tenemos muy presente el enfrentamiento interno que existe entre dos grupos”.

Como fuere, el conflicto apenas iniciado entre la comisión directiva de Independiente y los violentos reactualiza un antiguo dilema: ¿qué hacer y cómo hacerlo ante estos grupos organizados? Cantero, un consultor sin experiencia previa en los manejos del fútbol, cuenta su fórmula: “Antes de las elecciones, los socios nos hacían preguntas y entre las primeras dos o tres mostraban su preocupación por la barra. Nuestra agrupación, Independiente Místico, habló con especialistas en el tema y también sacó sus conclusiones. Si llegáramos a tener temor por quedarnos solos, ya sabemos lo que vamos a hacer: llamaremos a asamblea para que nos digan los mismos socios si hay que darle o no darle nada a la barra”.

La noche del último jueves en Mar del Plata, el grupo que ahora conduce un pesado con el mote de Loquillo le dedicó un rosario de insultos al presidente. Lo apuntala desde atrás Pablo “Bebote” Alvarez, el jefe que ya no sería jefe porque le presentó a Cantero su renuncia simbólica a la barra. El mismo que integra Hinchadas Unidas Argentinas.

“Yo no soy mercenario, yo me pago la entrada, yo puteo a Cantero porque no vale nada”, fue el estribillo que le dio la bienvenida en el primer partido de su mandato contra San Lorenzo. Una bandera decía: “CD igual mercenarios. No somos nosotros”. Los insultos siguieron, la barra se corrió hacia el sector de la tribuna más cercano a donde estaban los directivos y ante la disuasiva presencia policial, se retiró veinte minutos antes del 0-0 final. Se trató del aperitivo. Lo que vendrá, cuando se juegue por los puntos y en Avellaneda, tiene peores pronósticos.

Será entonces cuando las autoridades nacionales, provinciales y municipales deberán actuar. También la AFA, que suele mirar para otro lado... siempre. Meiszner atiende el teléfono y se extiende para decir lo suyo en defensa de la dirigencia: “Las intenciones de Cantero son muy saludables, porque todo hombre que llega como él, con muy poca antigüedad en el fútbol, muestra esa conducta. Yo le deseo lo mejor. Siempre quise buscar el mismo objetivo del presidente de Independiente y hace cuarenta años que estoy en esto. No creo por eso que haya descubierto algo. Una de las grandes zonceras argentinas que Jauretche se olvidó de escribir en su célebre libro es que los dirigentes son forjadores de violentos. No lo comparto para nada, ni veo el beneficio de una convivencia con estos tipos”.

El ex presidente de Quilmes –ahora el club lo conduce su amigo, el senador Aníbal Fernández– agregó su propia miscelánea sobre las consecuencias de ser dirigente de fútbol: “A mí me rompieron más de cinco autos y lo invito a ver el frente de mi casa. El 99 por ciento de la gente quiere lo mismo, verlos muertos. Pero muchas veces uno se siente solo. Conozco a directivos que tienen miedo”.

Boca, como Independiente, mantiene latente una hipótesis de conflicto inquietante, aunque de características diferentes: la interna de su barra brava con dos grupos bien diferenciados que pujan por prevalecer. Mauro Martín conduce al sector que controla la bandeja media de la popular boquense, ese histórico espacio simbólico que da a Casa Amarilla. Su rival, Rafael Di Zeo, regresó de la cárcel con la pretensión de quedarse y recuperar el poder formal que le arrebataron mientras estuvo en prisión. Por ahora permanece en la tribuna de enfrente, la que da al Riachuelo.

Moscariello, un militante disciplinado de la causa macrista a quien el jefe de Gobierno porteño colocó en la vicepresidencia del club, habla de los miedos: “En nuestra campaña con el Tano Angelici pregonamos la campaña de ‘Un padre socio, un hijo socio’. Recuerdo allá lejos cuando mi viejo me llevaba a la cancha. Hoy esto no pasa. Hay mucho temor. Mi hija me hace recomendaciones cada vez que llevo a mi nieto a la cancha”. Y explica uno de los porqués: “Tenemos muy claro el enfrentamiento de la barra. Por eso vamos a aplicar restricciones para que no ingrese. A Stornelli se le pidió un plan que con la ayuda de jueces y fiscales nos permitirá mejorar la seguridad y bajar algunos costos. Boca paga mucho dinero por adicionales. Y tiene un déficit operativo anual de 10 millones de dólares que es imposible de sostener”.

El presidente de Independiente parece sacado de un texto del poeta italiano Antonio Porchia: “Algunos, adelantándose a todos, van ganando el desierto”, escribió. Resta saber si alguien lo acompañará en su dura travesía y si él mismo puede llegar al final del camino que se impuso recorrer. Por ahora encontró un aliado confiable: la ONG Salvemos al Fútbol que lucha contra la violencia en el fútbol desde su fundación. Cantero ya se comunicó con su presidenta, Mónica Nizzardo, que le prometió respaldarlo.

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