FúTBOL › NO PUDO SOSTENER EL NIVEL QUE HABíA MOSTRADO EN EL ARRANQUE DEL TORNEO
A los 3’ ya le ganaba a Central con un gol de Lanzini, pero su déficit en la definición continúa y no pudo aprovechar el hombre de más que tuvo en el último cuarto de hora. Conformismo generalizado por el punto que rescataron en Rosario.
Desde Rosario
River se llevó un punto de esta ciudad, en un duelo que insinuó mucho más de lo que terminó concretando. El empate 1-1 ante Central resultó justo por lo que exhibieron ambos conjuntos a lo largo del juego. Para el equipo de Ramón Díaz, el resultado dejó cierto conformismo por haberlo conseguido como visitante, aunque dos circunstancias le dejaron un sabor amargo: a los tres minutos ya ganaba por el gol de Manuel Lanzini y jugó el último cuarto de hora con un hombre más por la expulsión de Paulo Ferrari.
El partido estuvo marcado por los vaivenes anímicos. Entonado por el verano y su triunfo inicial, River salió con un gran ímpetu a jugar en Rosario. Y con un contragolpe genial se puso en ventaja. Tras un corner en contra, Lanzini comandó la réplica, de la que también participaron Cavenaghi y Teo Gutiérrez, hasta que el colombiano hizo la pausa, juntó marcas y le cedió el gol al volante, que había iniciado la maniobra. Con el golazo, River infló el pecho y mostró su mejor versión, con argumentos sólidos: el tándem Vangioni-Lanzini por la izquierda, los pivoteos de Teo Gutiérrez para aguantar la pelota, la prolijidad de Kranevitter en la salida y las trepadas de Carbonero. El único problema es que le faltaba peso en los últimos metros, más allá de la presencia de Cavenaghi.
Sin contundencia ofensiva, los mejores minutos de River fueron pasando sin que Caranta sufriera grandes sobresaltos. Y en una desatención defensiva se encontró con el partido empatado. Encina trasladó por la izquierda con libertad, sin que ningún volante lo presionara, y envió un centro perfecto para Luna, quien apareció libre entre Alvarez Balanta y Vangioni para conectar de cabeza y dejar sin chances a Barovero.
El golpe anímico entonó a Central y, al mismo tiempo, desinfló al equipo de Ramón Díaz, que pasó de dominador a dominado. De pronto, el visitante comenzó a llegar tarde a las divididas, a perder en los mano a mano, a no sostener la pelota en la mitad del campo. Y de no ser por Barovero, que le tapó una jugada de gol a Castillejos, hubiese quedado en desventaja, tras un grosero error de Ponzio en la salida.
En ese subibaja que era el partido, la segunda parte tuvo un desarrollo más lógico. Con más fricción y menos precisión en los pases, el encuentro se tornó parejo, sin ocasiones de peligro y con pocas emociones frente a los arcos. Ese desarrollo parecía favorecer a Central, que con su empuje intentaba llevarse por delante a River, parado para tratar de aprovechar algún contragolpe. Tan pobre resultaba el partido que lo más divertido de la segunda mitad fue el ingreso de un perrito, que se paseó durante cuatro minutos sin que nadie pudiera atraparlo y terminó haciendo sus necesidades en el área de Caranta. Recién después, Méndez lo pudo capturar para que un ayudante lo pudiera retirar.
El empate parecía sellado, e incluso los dos lucían conformes. Sin embargo, Ferrari se lo llevó puesto a Vangioni y se fue expulsado, con un cuarto de hora por jugar, tras el affaire del perro. Entonces, River se adelantó en busca del triunfo, aunque le faltó claridad para encontrarlo. Apenas inquietó con un cabezazo de Pezzella que se fue por arriba del travesaño, y sendos remates de Carbonero y Lanzini, que salieron desviados. Por eso, en el balance, el empate terminó siendo justo, por el dominio repartido y las escasas chances de gol que generaron.
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