Lun 17.02.2014
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FúTBOL › UNA CATARATA DE AUSENCIAS Y DE ERRORES PRECIPITARON LA CAíDA ANTE BELGRANO

Boca se siente más vacío que nunca

Con la Bombonera llena, la derrota hubiera dolido muchísimo más. Después de un primer tiempo más o menos aceptable, se derrumbó en el complemento, recibió tres goles y estiró la racha sin victorias, que se inició en noviembre.

Si Orion sale a destiempo y rechaza a cualquier parte cuando le tiran la pelota hacia atrás; si Gago entrega mal una de cada dos pelotas y no consigue ponerse el equipo al hombro; si Zárate comete un penal infantil y encima tiene la mala suerte de que la pelota le rebota en la espalda en otra jugada y lo deja solo a Rigoni para convertir un gol; si el Cata Díaz aparece perdido y no sabe cómo pararlo al Picante Pereyra; si, cada vez que tiene que tirar un centro, Grana le apunta al cuerpo de un rival de un rival; si el Burrito Martínez no gana un solo mano a mano; si Ledesma no consigue plantarse en la mitad de la cancha para imponer su presencia; si Sánchez Miño amaga con agarrar la manija en el primer tiempo, pero se diluye en el segundo; si a Gigliotti no le llega la pelota; si Erbes pone garra, corazón y buena voluntad, pero poco juego y tiene que salir lesionado; si ocurre todo eso, es casi lógico que Boca haya terminado masticando el amargo sabor de una nueva derrota.

La caída ante Belgrano pudo haber sido todavía más dura si la Bombonera hubiera estado llena, porque en ese caso se habrían retirado de la cancha envueltos en silbidos. El partido se jugó sin público y Belgrano, que se sintió como en casa, terminó ganando con absoluta justicia por lo que hizo en el segundo tiempo.

El cuadro de Bianchi se había puesto en ventaja a los 6 minutos en una jugada de laboratorio. Tiro libre en tres cuartos de cancha, toque de Gago para Erbes, centro sobre la izquierda, cabezazo de Sánchez Miño hacia el medio y otro cabezazo de Forlín a la red, cambiándole el palo al vuelo del arquero Heredia. Una buena acción que contó como partícipes necesarios a los estáticos defensores visitantes, que no mostraron demasiado reacción. Durante algunos minutos después de ese gol pareció que Boca iba adquirir la tranquilidad necesaria para manejar el juego y los espacios que abriría el rival obligado a abrirse un poco. Pero fue sólo un espejismo. Porque, hasta el final del primer período, Belgrano no cambió demasiado su actitud cautelosa y porque Boca atacó con poca convicción, haciendo que todo resultara aburrido.

En el inicio del segundo tiempo, los cordobeses alcanzaron el empate en una jugada en la que se combinaron un buen contraataque con un rebote afortunado y ése fue un mazazo del que Boca no pudo reponerse más. Este equipo vacío, sin personalidad, se hunde en la impotencia ante la primera adversidad. Y todos sus nervios se reflejaron en pelotas perdidas tontamente en ataques desesperados y en el descontrol defensivo. En la medida en que Boca acumulaba defectos, el cuadro cordobés se sentía dueño de la situación y no extrañó entonces que a los 19 llegara el segundo gol. Todo nació con un centro desde la izquierda, Zárate se colgó de Pereyra y Delfino cobró penal. Lollo clavó el 2-1 pateando hacia la derecha de Orion. Casi sobre el final, otra vez apareció en la escena Pereyra para establecer el 3-1 lapidario. El descuento del pibe Acosta llegó muy tarde.

Ganó bien Belgrano, fue más inteligente y aprovechó en el segundo tiempo las ventajas que le dio un equipo confundido que no tiene ni idea de qué trole hay que tomar para seguir.

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