CONTRATAPA › OPINION
Fulbito para la tribuna
› Por Diego Bonadeo
Cada vez que un gobernante le “ratifica la confianza” a un funcionario que depende de sus decisiones, sea secretario de Estado, ministro, mozo de cuadra o lo que fuere, el “ratificado en confianza”, lampiño o no, urge sus barbas al remojo, por tener en claro que esa confianza ahora ratificada, alguna vez estuvo por lo menos en duda.
No solamente durante la semana que terminó –ésta, la primera del penúltimo mes del año– sino ya desde varios meses atrás pareciera que una conjunción de factores endógenos y exógenos venían enrareciendo los climas que hacen a la convivencia de la Selección Argentina de fútbol.
Y mientras en Mar del Plata la Cumbre de los Pueblos (Maradona incluido) pretendía mojarle la oreja a la de las Américas, la habitual tilinguería dialéctica presumía de otra cumbre: Grondona-Maradona. Casi como si de ésta dependieran cuestiones trascendentes para las vidas y las muertes de los habitantes de a pie desde Alaska hasta la Antártida.
Pero diluida en indefiniciones, por lo menos para lo inmediato, el encuentro entre el mejor de todos con la pelota y el presidente de todos con la batuta, la atención se centró no en cómo viene jugando el equipo nacional, ni en quienes vienen siendo los jugadores de mejor y de peor rendimiento en los últimos tiempos, sino en un casi inconvincente respaldo a José Pekerman. Como de circunstancias. Como de protocolo. Como salvo las discrepancias finales en algunos puntos del documento final de la Cumbre de las Américas. “Por ahora seguiremos hablando de la incorporación de Maradona al cuerpo técnico de la Selección.” “Por ahora nada impide la continuidad de Pekerman a cargo de ese cuerpo técnico.” “Por ahora no es oportuno discutir la incorporación de los países del Mercosur y de Venezuela al ALCA.” Fulbito para la tribuna...