CONTRATAPA
› Por Sebastián Fest
Leer mucho puede ser peligroso; y ser demasiado inteligente, llevar a la infelicidad: Janko Tipsarevic, el “intelectual” del tenis, decidió frenar para no enloquecer. “Me di cuenta de que estaba leyendo demasiado, comenzando a dudar de mí, de la vida, la profesión y el tenis. Paré un poco”, admitió el serbio de 24 años, número 47 del ranking.
“La belleza salvará al mundo”, dice el tatuaje que Tipsarevic lleva en su brazo izquierdo. Aquella frase del escritor ruso Fiodor Dostoievski y un notable partido que perdió 10-8 en el quinto set ante el suizo Roger Federer en el Abierto de Australia 2008 lo elevaron a la fama. Pero Tipsarevic quiere parar, quiere ser visto como un tenista y no como el “intelectual” del deporte que devora libros de filosofía.
“Aquél fue un período de mi vida en el que estaba realmente loco por leer libros. Sigo leyendo muchos, pero no tantos. Creo que todo creció mucho también por el tatuaje que llevo, que contiene una frase atractiva y es una historia que puede sonar bien”, reconoce.
“Pero no quiero hacer un gran lío con esto, ni decir que soy tan profundo, ni un filósofo. Esta es parte de mi vida, algo que me gusta hacer, como a otros les gusta la play-station.”
Ahí pone el dedo en la llaga Tipsarevic. El mundo del deporte en general no es muy amigo de la lectura y sí de la play-station. Guillermo Vilas escribía poesía y componía canciones en los ’70, pero Lionel Messi, quizás el mejor futbolista del planeta, admite haber leído un solo libro en su vida –Yo soy el Diego, sobre la vida de Diego Maradona– y que ni siquiera llegó a terminarlo.
El serbio es la antítesis de Messi, aunque no le gusta que se diga de él que es “inteligente”. “Estoy tratando de evitar esto, la gente piensa que soy inteligente...”, dice con la mirada entre soñadora y cansada antes de reírse ante la pregunta: ¿es que no lo es? “No, no, no. No estoy diciendo que no lo sea, soy bastante normal, pero no quiero atraer la atención hacia mí porque tengo el tatuaje en mi cuerpo por el resto de mi vida.”
Amante del snowboard y la música house, Tipsarevic se sumergió en la lectura de Friedrich Nietzsche, Immanuel Kant y otros filósofos a instancias de Vesna, su madre, un ama de casa que se quedó sola en el hogar cuando sus hijos crecieron y su esposo seguía trabajando de la mañana a la noche.
“Se graduó de abogada, y en casa no había mucho que hacer, así que comenzó a leer estos libros, que terminan trastornándote un poco... Sí, sufrió un tanto”, admite.
“Cualquiera que lea filosofía sabe que esa palabra significa ‘la búsqueda de la verdad’. Muchos de esos filósofos tenían vidas dolorosas y desagradables porque buscaban la verdad. Y la verdad, en la mayoría de los libros, es nada, es deprimente. Comienzas a preguntarte por qué haces esto, por qué pagas 1000 dólares para un pasaje, ¿soy feliz? Todas esas preguntas...”
Tipsarevic está convencido de que “pensar demasiado no es la respuesta”. “Claro que no prefiero ser estúpido, pero se dice que ser estúpido es una especie de bendición, porque no conocés más, no querés más y no necesitás más”.
Pero una cosa es no ser estúpido y otra convertir la lectura en adicción. “Lo que me sucedió es que leía el mismo libro tres, cuatro veces. Intenté leer a Kant, que es muy difícil, y no entendí nada. Y entonces lo leí de nuevo. Y seguí sin entender nada. Y lo leí una vez más, y otra, y otra... Y seguí sin entender...”
“Uno de mis amigos es Roco Karanusic, un jugador croata, y estamos de acuerdo: me estaba tomando los libros demasiado en serio. Ahora soy algo mayor que entonces y entiendo que nunca, pero nunca, no importa qué tan acertado esté el autor, debes leer un libro y cambiar totalmente tu vida. Siempre, en mi opinión, debes tomar cosas pequeñas de un libro para cambiar la vida y no dejar que el libro influya al ciento por ciento en tu vida.”
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