CONTRATAPA › JUEGO, ARBITRAJE Y TECNOLOGíA
› Por César R. Torres *
Varios acontecimientos futbolísticos nacionales e internacionales recientes han reavivado la controversia sobre el uso de la tecnología en el arbitraje. Al cierre de la Copa de las Confederaciones, Joseph Blatter, presidente de la FIFA, declaró que “no debería haber tecnología en los campos”. Blatter defendió su resistencia afirmando que los errores arbitrales son “parte de la cara humana que queremos mantener”. Sus dichos estaban relacionados con el error arbitral que negó un gol legítimo al brasileño Kaká en la final de dicho torneo. En contraste, la Confederación Sudamericana de Fútbol ha aprobado el uso del Sistema de Señalización por Aerosol en la próxima Copa Sudamericana y lo está considerando para la Copa América 2011. Su argumento es que el aerosol mejora la calidad del arbitraje. El uso del aerosol, que se disemina velozmente en diversos países sudamericanos, no tiene mayor oposición. Finalmente, el desdichado arbitraje del partido entre Huracán y Vélez que definió el torneo Clausura 2009 motivó tanto llamados como rechazos a la innovación tecnológica en el arbitraje.
La ambigüedad con respecto al uso de la tecnología en el arbitraje es sorprendente en varios niveles conexos. En primer lugar sorprende quienes afirman que la tecnología no debería ocupar papel alguno en el arbitraje. Me pregunto qué entienden por tecnología. Incluso si se la define en forma amplia como el desarrollo de la actividad científica aplicada “al mejoramiento de nuestro medio natural y artificial, a la invención y manufactura de bienes materiales y culturales”, tal como lo hiciera el filósofo Mario Bunge en su libro La ciencia. Su método y su filosofía, es innegable que esa afirmación es contradictoria o quizás insostenible. ¿O acaso el silbato, el cronómetro y el aerosol utilizados por el árbitro, o el banderín y la señal electrónica acústica utilizados por el árbitro asistente, no son prototipos de tecnologías aplicadas al arbitraje? Parece acertado suponer que la tecnología no sólo mejora el arbitraje sino que lo hace posible. Queda claro entonces que aquellos que aún se preguntan si la tecnología debiera aplicarse al arbitraje, harían mejor en preguntarse cuáles son las que debieran aplicarse.
Más allá de que simultáneamente se acepten ciertas tecnologías como el silbato y el aerosol y se rechacen otras como la Tecnología de la Línea de Gol, que evita la sanción de goles “fantasmas”, la ambigüedad con respecto al uso de la tecnología en el arbitraje también sorprende por la falta de una explicación razonable y coherente que justifique dicha elección. Sugerir, à la Blatter, que la tecnología deshumaniza el arbitraje no da la talla, aunque ejemplifica la ansiedad y los desafíos que generan el desarrollo tecnológico.
Por un lado, la tecnología es un hacer humano en función de objetivos, aspiraciones e intereses humanos. En el caso del arbitraje, los mismos están relacionados con la aplicación de las reglas de juego para llevar a cabo el propósito central de la competencia futbolística: la determinación de la calidad de los contrincantes en un marco de igualdad de condiciones. Por el otro, resalta la ambigüedad de las tecnologías permitidas y prohibidas en el arbitraje. En este sentido, cabe preguntarse en qué se diferencia el aerosol de la Tecnología de la Línea de Gol a la hora de mantener “la cara humana” del fútbol.
Hasta tanto oponentes y propulsores del uso de la tecnología en el arbitraje no articulen una “teoría” exhaustiva del papel que aquélla debe jugar en éste, sus posturas y propuestas serán parciales e insuficientes, y en muchos casos contradictorias o incluso arbitrarias. Por supuesto, también es necesario hacer explícito qué se entiende por tecnología. Dados los acontecimientos mencionados anteriormente, éste parece ser un momento propicio para continuar el debate sobre el uso de la tecnología en el arbitraje. Un fútbol más justo y coherente lo demanda.
Con ese espíritu, y teniendo en cuenta lo que se dijo en este artículo sobre la tecnología y el arbitraje, propongo los siguientes ejes para articular una “teoría” que los combine en forma razonable y coherente. Los mismos sólo representan un posible recorrido a seguir para estructurar el debate. Una tecnología es susceptible de ser incorporada al arbitraje cuando:
1) Elimina o reduce notablemente los errores arbitrales.
2) Facilita la labor del árbitro.
3) Es fiable, eficaz y de fácil implementación.
4) Su implementación no interrumpe en forma excesiva el ritmo propio del juego.
5) Puede ser implementada imparcial y consistentemente a través de un campeonato.
La premisa que subyace a estas ideas es que la innovación tecnológica es compatible con la justicia y la excelencia futbolísticas. La búsqueda de esa compatibilidad implica un retorno constante a algunas preguntas vitales: ¿qué fútbol pretendemos?, ¿por qué? y ¿para qué? Esa búsqueda, plena de respuestas tentativas e inciertas, como las que ensayamos en el campo de juego, es completamente humana. Me pregunto por qué razón debemos seguir soportando la infamia, por ejemplo, de un gol ilegítimo, o la negación de uno legítimo cuando existe la tecnología apropiada para detectarlos.
* Doctor en filosofía e historia del deporte. Docente en la Universidad del Estado de Nueva York (Brockport).
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