Lun 04.07.2011
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CONTRATAPA › DJOKOVIC, NúMERO UNO DEL MUNDO, CAMPEóN DE WIMBLEDON

El pasto es para Novak

El serbio celebró su primer título en el Grand Slam británico, masticando una mata del sagrado césped del All England Tennis Club. Por quinta vez en el año venció en una final a Rafael Nadal, ya resignado a ser escolta en el ranking.

› Por Sebastián Fest

Desde Wimbledon

Cayó de rodillas superado por la emoción, se incorporó para recibir el reconocimiento de Rafael Nadal y luego sorprendió: se puso en cuclillas, arrancó una mata del césped sagrado y se las comió. Novak Djokovic, el nuevo rey, se devoró ayer literalmente un trozo de la historia del tenis. “Me sentí como un animal. Quería saber qué sabor tenía”, explicaría luego el serbio, desde hoy número uno del mundo, su festejo tras el 6-4, 6-1, 1-6, 6-3 en la final de Wimbledon sobre Nadal, defensor del título.

Primer jugador en la historia de su país en ganar el torneo de tenis más prestigioso del mundo, nada parece que vaya a frenar a Djokovic en ponerles final a los “años R”, aquellos siete y medio en los que Roger Federer y Rafael Nadal monopolizaron la cima del ranking como nunca antes había sucedido en la historia. “Es muy difícil describir el mejor día de mi vida, el día más especial de mi vida. Este es el primer torneo de tenis que vi en mi vida, el que siempre quise ganar”, remarcó el serbio, que sumó su segundo Grand Slam de la temporada tras conquistar Australia en enero.

Nadal, que ganó hace un mes Roland Garros, sufrió su quinta derrota consecutiva del año en finales con Djokovic y perdió por primera vez en un partido de Grand Slam contra el serbio. “Desde enero ha comenzado otra época. Ha ganado todo”, dijo el español en referencia a Djokovic. “Será un número uno merecido.” Djokovic elogió a su rival. “Contra él, que siempre me ganó en partidos duros en Grand Slam, tenía que estar en la cima de mi juego”, remarcó el serbio, que conquistó su octavo título en una temporada en la que lleva 48 victorias y apenas una derrota.

El día, nublado, caluroso, pero con oleadas de viento fresco, era raro, y la final también lo fue. Un potente “I love you Rafa!” lanzado desde la tribuna por un hombre fue el único momento relajado para el español, que enseguida se encontró con la mejor versión posible de Djokovic, que ya es bastante decir. Una derecha enganchada del español que se fue por dos metros le había dado el 1-0 a Djokovic. En un partido tenso, totalmente equilibrado y sin pelotas de quiebre de servicio, Nadal buscaba sorprender de tanto en tanto con zarpazos de drive paralelo, pero el serbio llegaba a todo. “You are a genious, Rafa. A genious!”, volvió a gritarle el fan al español. Pero el verdadero genio en la cancha era Djokovic, que aprovechó magistralmente la primera oportunidad que tuvo. Nadal dudó sacando 4-5 y 30-0. Quedó a la defensiva con errores y fallando su primer servicio. “Ahí he jugado mal”, admitiría luego el español de 25 años. Djokovic no perdonó, presionó en el primer break point de que dispuso y se llevó el set por 6-4 en 42 minutos tras una derecha paralela de Nadal que se fue por nada. Djokovic festejó con un grito mientras Nadal contrajo el gesto y se fue rápido, mirando el piso, a su silla.

El segundo set asombró a todos. Nadal quedó rápidamente 3-0 abajo, lo que significaba que había perdido cinco juegos consecutivos, algo inédito en la edición de este año para el español. Un punto, en el segundo juego, sintetizó el momento de dominio absoluto del serbio: Nadal llegó a una pelota corta, lanzó el toque en la red, y mientras le iba pegando ya supo que se había equivocado. Djokovic llegó, cruzó el tiro y dejó al español girando como un trompo del otro lado de la red, viendo pasar la pelota hacia su izquierda cuando él iba hacia la derecha.

Un rato más tarde, desde el piso, Nadal vio pasar un tiro más de Djokovic, fulminante, a una esquina, al que ya ni intentó ni llegar. Toda una rareza en él, la de quedarse clavado e impotente. Un par de escopetazos de derecha resolvieron el set por 6-1 a favor de Djokovic. No parecía haber solución para Nadal.

Pero el tenis muchas veces da sorpresas, y tras casi una hora y media de juego, Nadal lograba su primer break point. Increíblemente, Djokovic erró un revés fácil, un paralelo ya metido en el cuadrado de saque, y le dio a Nadal el break y el 2-0. Era la primera duda del serbio en todo el partido. Las nubes, más cargadas, amenazaban, y el techo corredizo se movía imperceptiblemente. El juez de silla Carlos Bernardes abrió la caja metálica verde a su izquierda y habló por teléfono. La temperatura había bajado un par de grados y las nubes estaban cada vez más cargadas. Djokovic cometía errores hasta entonces ausentes en su juego y Nadal parecía nuevamente Nadal, dominaba desde el fondo. El español ganó el tercer set por 6-1 y tuvo un break point en el primer juego del cuarto.

¿Había esperanzas para el defensor del título? No, no era su día, menos ante un Djokovic que lo hace sentir más vulnerable que ningún otro rival. Eran las 16.43 y el revés de Nadal se fue largo. Djokovic caía de espaldas, superado por la emoción; el presidente de su país, Boris Tadic, alzaba los puños en la tribuna y el tenis confirmaba que tiene nuevo rey. Las dos “R”, por primera vez, a la defensiva.

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