CONTRATAPA › SALIó EL LIBRO EL PIZARRóN DE GALLARDO, DE CHRISTIAN LEBLEBIDJIAN
Una lectura ideal para conocer en detalle cómo se armó el River que buscará esta semana alcanzar la cima del fútbol mundial. Los secretos, las fortalezas y las debilidades de un equipo multicampeón, bajo la mirada exhaustiva de un periodista-director técnico al que no se le escapa ningún detalle.
› Por Facundo Martínez
El plantel de River se encuentra hace unos días en Japón preparándose para el que puede ser su mejor momento del año, tras la obtención de la Copa Libertadores. Mientras los jugadores del equipo de Núñez ultiman los detalles para el que será el primer escollo a vencer en el Mundial de Clubes, las semifinales ante el campeón japonés Sanfrecce Hiroshima –que goleó 3-0 a Mazembe, de Congo–, los hinchas millonarios bien podrán calmar sus ansias con el libro que les presenta muy oportunamente Christian Leblebidjian, El pizarrón de Gallardo (editorial Librofútbol.com), donde el autor explica con lujo de detalles cómo hizo el entrenador para armar ese River ganador que hoy se encuentra a las puertas de escribir su página más gloriosa, sobre todo si se tiene en cuenta que está frente la oportunidad de ser el primer equipo argentino en coronarse Campeón Mundial de Clubes, algo que ni Boca ni San Lorenzo pudieron conseguir a pesar de haber sido finalistas.
El pizarrón de Gallardo es un libro que invita a pensar el fútbol desde un lugar pocas veces frecuentado por los periodistas: la observación minuciosa del laboratorista que no deja huecos sin revisar, que le encuentra a todo una explicación y que está convencido de que cada una de las acciones dentro del campo de juego arrojan consecuencias, positivas o negativas, que son necesarias revisar para intentar reducir los márgenes de error. Esa mirada aguda, y por momentos obsesiva, le permite a Leblebidjian, periodista de profesión y director técnico de vocación, analizar puntillosamente al equipo de Gallardo con tanto acierto que hasta el propio entrenador le ha manifestado su asombro y agradecimiento. No es para menos, El pizarrón de Gallardo es una invitación para conocer los secretos y los porqués de las decisiones del DT, para entender mejor, con argumentos sólidos, cuadros comparativos, gráficos y diferentes imágenes, cuáles fueron los caminos transitados para la consolidación de este River multicampeón, que es motivo de orgullo para sus hinchas.
El primer desafío de Gallardo, explica el autor, fue superar la herencia que le había dejado Ramón Díaz: un River campeón que, si bien no había brillado, sí había dado muestras de carácter en sus momentos más críticos. “Yo les voy a exigir más, porque creo que se puede llegar más lejos”, les dijo Gallardo a los jugadores cuando tomó las riendas de River para hacer su primera experiencia como entrenador en el fútbol argentino. Su convencimiento; sus aciertos a la hora de repatriar jugadores como Carlos Sánchez, de revaluar a otros como Rodrigo Mora y Leonardo Ponzio, que habían perdido terreno y la titularidad; su esquemas tácticos flexibles; sus estrategias minuciosas; su liderazgo indiscutible; todo, absolutamente todo, es puesto bajo la lupa del observador y procesado concienzudamente para que el lector se encuentre con un libro ameno, entretenido, repleto de conocimientos, opiniones bien fundamentadas y, sobre todas las cosas, un libro en el que queda clara la idea de que un equipo campeón no se hace de la noche a la mañana ni es tampoco el resultado del azar o de un viento de popa que empuja al éxito, sino más bien la consecuencia de una construcción colectiva, cuyo eje principal es el trabajo de cuerpo técnico y de los jugadores sobre los pequeños detalles: apuntalar las debilidades y pulir al máximo las fortalezas del conjunto.
En El pizarrón de Gallardo se explica el éxito del equipo millonario de atrás para adelante. El trabajo destacado de Jonathan Maidana y Ramiro Funes Mori –verdadera revelación–, tanto en la marca como en el anticipo se presenta como la primera clave. Luego el autor explica con ejemplos claros el gran trabajo de pressing del equipo millonario, donde los delanteros fueron los primeros defensores, o el acierto de Gallardo tras la salida de Rojas de parar en el mediocampo un doble cinco, con Ponzio y Kranevitter, una sociedad que terminó siendo clave en la obtención de la Copa Libertadores 2015. La predilección del entrenador por la fórmula de los centros-gol, las triangulaciones, el trabajo detallado sobre las jugadas de pelota parada, todo es revisado y explicado con mirada de especialista. Por este camino, cuando el lector se acerca al final del libro, se encuentra con la certeza de que el fútbol necesita, más allá de la mirada pasional del hincha, la mirada analítica y, por momentos, crítica del especialista.
Que quede claro: El pizarrón de Gallardo no es un libro periodístico, aunque esté escrito por uno de los mejores y más serios periodistas deportivos de la actualidad, como lo demuestra en sus habituales columnas en el diario La Nación. La lucha interna de Leblebidjian reluce aquí de manera sorprendente. Vence el ojo del técnico. Y eso tiene también una razón. El autor, como en sus inicios lo hiciera Marcelo Bielsa, es director técnico en la liga de la Universidad de Buenos Aires: allí dirigió, junto a Bruno Distéfano, dos equipos universitarios, salió tres veces campeón –dos en la Liga de Honor– y obtuvo un ascenso. Además, sus conocimientos lo han llevado a ser elegido por tres entrenadores de renombre en el fútbol argentino para analizar el trabajo de los equipos rivales durante diferentes campeonatos. No es importante decir los nombres de esos entrenadores, sin embargo es justo señalar que dos de esos equipos alcanzaron por esos días los subcampeonatos de los torneos de Primera División.
El hecho de que estos entrenadores les dieran a sus futbolistas a leer los informes que Leblebidjian les preparaba, sin decirles, por supuesto, nada sobre la procedencia –“¿cómo puede acaso un periodista saber más de fútbol que un futbolista?”–, es otra muestra de la claridad y contundencia de los análisis que suele realizar el autor. Los lectores se encontrarán en El pizarrón de Gallardo con una buena parte de ese trabajo, con la totalidad de su esencia. Se trata, si se quiere en este caso de una suerte de diario de campaña escrito al borde del campo de batalla. Para mejor, ese diario tiene la aprobación del máximo responsable en las hazañas, el propio Gallardo, con quien el autor sostiene un extenso e interesante diálogo a lo largo del libro y, fundamentalmente, en el final del mismo, a modo de conclusión. “Leo libros de guerra, me gusta analizar, ver un poquito de todo en lo que tiene que ver con tácticas y estrategias, con formas de pensar. También tomar cosas de otros deportes”, le confiesa el Muñeco, intuitivo al máximo, y admirador de la mentalidad de Nadal, del trabajo de Guardiola y Mourinho, a quienes no conoce pero le gustaría “tomarse un café con ellos” y de Wenger, el DT del Arsenal inglés, quien “no renuncia a su idea más allá de si gana o pierde un partido”. Es cierto que la confianza de un entrenador se sostiene en los resultados, y en el caso de Gallardo los resultados llegaron: cuatro títulos internacionales en un tiempo relativamente corto y la posibilidad de sumar en estos días el de Campeón Mundial de Clubes, que como se dijo al principio: ningún equipo argentino ha logrado hasta el momento.
Alcanzar la hipotética final con el poderoso Barcelona de Messi, Neymar y Suárez será el primer objetivo de River en esta nueva gesta. Si logra esto, lo que resta serán sólo 90 minutos de fútbol. Nada que decir entonces, simplemente salir a jugar y a demostrar que, independientemente del rival de turno, el “equipo ganador de Gallardo” del que da cuenta Leblebidjian tiene todas las herramientas necesarias salir victorioso, tiene impregnado en su alma de equipo el ímpetu de gloria que el entrenador les supo contagiar a sus dirigidos. Ahí está la clave. Lo sabe el autor de El pizarrón de Gallardo y lo sabe también el propio DT, quien tiene la certeza de que “este equipo no sólo va a quedar en la historia, sino también en la memoria del hincha de River. Sin grandes figuras, pero con un corazón enorme”.
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