Lun 21.04.2014
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BOXEO › FLOYD MAYWEATHER JR., EL PRóXIMO RIVAL DE MARCOS “CHINO” MAIDANA

Todo lo que golpea lo convierte en oro

El estadounidense, de 37 años, es el deportista mejor pago del mundo pero, especialmente, es el mejor boxeador del momento, quien mejor interpreta al boxeo como lo que verdaderamente es: el arte de pegar y no dejarse pegar.

› Por Daniel Guiñazú

Todo lo que toca lo transforma en dinero grande. Por eso, con justicia, lo llaman “Money”. Su última pelea en Las Vegas ante el mexicano Saúl “Canelo” Alvarez fue una mina de oro: vendió 2,2 millones de pantallas del pay per view por un total de 150 millones de dólares y sus ingresos por todo concepto (bolsa, derechos de imagen, recaudación) treparon a los 80 millones de dólares, al haberse involucrado en la organización del combate.

Según la edición estadounidense de la revista ESPN, fue el deportista mejor pago del mundo en 2013, con ingresos comprobados de 73,5 millones de dólares, y su saldo bancario actualizado se estima en 123 millones de la divisa estadounidense. No debe extrañar, entonces, que viva como un moderno rey Midas: tiene 10 casas repartidas entre Nueva York, Los Angeles, Las Vegas y Atlanta, 17 autos de lujo, un avión privado para trasladarse con su familia y séquito privado, y gustos tan exclusivos que es capaz de gastarse 2 millones de dólares para comprar un reloj de marca exquisita.

Pero a sus 37 años de edad Floyd Mayweather Jr. es mucho más que un divo caprichoso, egocéntrico, altanero, ostentoso y derrochón. Es, antes que nada, el mejor boxeador del momento, el que todos quieren ver, el que mejor interpreta al boxeo como lo que verdaderamente es: el arte de pegar y no dejarse pegar. El que dentro de dos semanas, el sábado 3 de mayo, enfrentará en el estadio del MGM Hotel de Las Vegas al santafesino Marcos René Maidana por la unificación de los títulos welters del Consejo y la Asociación.

Nacido en Grand Rapids (Michigan) el 24 de febrero de 1977, hace tiempo que Mayweather viene construyendo una campaña intachable. Profesional desde 1996, dos años después logró el primero de sus seis títulos del mundo en cinco divisiones diferentes: el liviano junior del CMB. Pero, ambicioso e inagotable, fue por más. Y luego de ocho defensas exitosas (una de ellas ante otro santafesino, Carlos Alberto Ríos, a quien venció por puntos en 12 asaltos, el 17 de febrero de 1999 en su ciudad natal) dio el primero de sus saltos de categoría: en 2002 ganó la corona de los livianos del CMB, que defendió en cuatro ocasiones.

En 2005 superó por nocaut técnico en Atlantic City al áspero guerrero Arturo Gatti y logró el título welter junior del CMB, que le duró poco: un año más tarde, saltó al peso welter y se llevó las coronas de la FIB (ante Zab Judah) y el CMB (ante otro santafesino, Carlos Baldomir). En 2007, en pelea hipermillonaria, derrotó a otro gigante, Oscar de la Hoya, y se alzó con la corona de los medianos junior del CMB, cuya versión de la AMB se adjudicó en 2012, al batir al portorriqueño Miguel Cotto (el próximo rival de Maravilla Martínez), y defendió ante Canelo Alvarez, el 14 de septiembre del año pasado en el MGM de Las Vegas, el escenario de sus últimos ocho combates. Invicto en 45 peleas con apenas 26 triunfos antes del límite (señal de que la pegada no es su fuerte), ni siquiera el paseo triunfal que hasta aquí ha sido su campaña explica el poder del fenómeno de Mayweather, ni los 300 millones de dólares por seis peleas que la cadena de TV por cable Showtime le ha pagado para tenerlo a la cabeza de su elenco estable de peleadores. Hay bastante más. Y está en la clase de su boxeo. Mayweather es un crack de estos tiempos. Un bailarín talentoso de piernas agilísimas, puños velocísimos (su jab de izquierda es portentoso) y mente despierta que nunca está donde parece que está, que pega y se va, y al que podría mirárselo silbando bajito “Sweet Georgia Brown”, de tanto buen gusto y ritmo que pone sobre el ring.

Algunos creen ver, en ese estilo huidizo, saltarín y toquetón, cierta variante del miedo o una patológica renuencia a la pelea caliente o a los cruces a todo o nada. Nada más erróneo. Mayweather no se escapa a la hora de poner el cuerpo. Conoce de punta a punta el libro blanco del boxeo pero también el negro. Sin ir más lejos, el 17 de septiembre de 2011 en Las Vegas, Víctor Ortiz le tiró un cabezazo futbolero que de haberle pegado a pleno le hubiera estropeado su cara de actor de cine. Money se quedó en el molde. Aceptó que el árbitro Joe Cortez le descontara un punto a Ortiz en lugar de descalificarlo. Y cuando vino a pedirle disculpas, no se las aceptó: de inmediato lo noqueó con dos soberanos piñazos a la mandíbula.

Padre de cuatro hijos (dos varones y dos mujeres), no todo es glamoroso en la vida de Mayweather. Se crió en un hogar muy difícil y sus padres estuvieron presos, acusados de tráfico de cocaína y sustancias prohibidas. Varias veces, en los últimos años, él mismo pasó por la prisión bajo cargos de violencia doméstica contra su familia. Pero ni siquiera esas zonas oscuras han contribuido a aminorarle su autoestima elevadísima, su ilimitada confianza en sí mismo y su desdén hacia los demás. Soberbio como boxeador y soberbio como persona, Mayweather mira la vida desde un pedestal cada vez más alto. Dentro de dos semanas, el Chino Maidana hará todo lo posible para bajarlo de allí a las trompadas.

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