BOXEO › CONTRA MAYWEATHER QUEDó A MITAD DE CAMINO ENTRE SU NATURALEZA Y SU CONVENIENCIA
Estuvo tan lejos del cañonero poderoso y temerario que siempre fue, como del peleador táctico y pensante que su técnico imaginó que podía ser. Entregó una imagen inexpresiva en una pelea que fue, claramente, más pobre que la anterior.
› Por Daniel Guiñazú
La pelea en sí dejó sabor a poco. O a bastante menos de la que se esperaba en la previa. Floyd Mayweather fue más conservador y especulativo y menos audaz y corajudo que en el choque del 3 de mayo pasado. Y Marcos Maidana se quedó a mitad de camino entre su naturaleza y su conveniencia. Tan lejos del cañonero poderoso y temerario que siempre fue, como del peleador táctico y pensante que quisieron que sea, el santafesino entregó una tarea insípida, inexpresiva. No estuvo del todo mal. Pero tampoco del todo bien. Necesitaba hacer algo más para complicarlo a Mayweather y pretender la victoria. Como no lo hizo, la derrota, clara e indiscutible, volvió a decantar por su propio peso. Como la primera vez.
Quedó dicho: sobre el ring del MGM Grand Garden Arena de Las Vegas, Mayweather (66,500 kg) y Maidana (66,224 kg) ofrecieron, en los minutos iniciales de la madrugada del domingo, menos boxeo y menores emociones que en su encuentro inicial. La diferencia estuvo en que el piso del quíntuple campeón estadounidense (quien retuvo por sexta vez sus títulos welter y superwelter del Consejo Mundial y extendió su invicto a 47 victorias consecutivas) es considerablemente más alto que el del santafesino. Por lo que a Mayweather haciendo poco, con pantallazos de su talento indiscutible, le alcanzó para ganar, acaso con mayor claridad que en el primer combate. La tarjeta de líbero fue más generosa con él (118-109) que la de los jurados: los estadounidenses John Mc Kaie y Dave Moretti le reconocieron un 116-111 a su favor, mientras que el italiano Guido Cavalieri arribó a un estrecho 115-112 que cuenta una pelea más pareja de lo que realmente resultó ser.
Salvo el 3º asalto, en el que una derecha de Maidana en el último segundo lo sacó de línea y lo arrojó contra las cuerdas, y en el 12º y último en el que bailoteó sin sacar las manos, Mayweather se adjudicó todos los parciales. Echó mano a su libreto de siempre: las piernas ágiles para salir en retroceso o hacia los costados, la izquierda punzante en jab y la derecha cruzada en contragolpe a la cabeza. Y aunque con menos brillo que en otras noches de más inspiración, siempre localizó los espacios y las distancias para no dejarse acorralar por las embestidas frontales de Maidana, redujo al mínimo los riesgos posibles y aplicó los golpes más claros y justos de la noche.
Fue tal la cerrazón del santafesino, tal su estatismo, su improductividad y su imprecisión que, en la 8ª vuelta y en el colmo de la desesperación por no poder encontrar la manera de entrarle a Mayweather, aprovechó que los cuerpos de uno y del otro le tapaban la visión al árbitro Kenny Bayless y, al mejor estilo de Mike Tyson, le mordió a Mayweather el pulgar del guante izquierdo. “Me quiso meter los dedos en los ojos”, dijo luego Maidana quien jamás reconoció haber cometido la grave infracción que cometió, y que bien pudo haberle valido la descalificación. De allí en más, el combate fue un aquelarre de incorrecciones y deslealtades que deslució aún más el espectáculo y que motivó, en el 10º round, el descuento de un punto para el argentino por haber hundido su codo y antebrazo izquierdos en el cuello del estadounidense. Y la silbatina generalizada del público, disconforme bastante antes de que sonara la última campanada.
Queda claro que ya no habrá más Mayweather en el futuro de Maidana. El saldo de los dos enfrentamientos, en lo económico, fue beneficioso para el santafesino. Pero ruinoso en lo deportivo: perdió las dos peleas y ahora, deberá recuperar terreno ganando pronto algún pleito antes de fin de año o en el primer trimestre del próximo. De todos modos, su futuro sigue atado a lo que decida el supercrack estadounidense. Mayweather admitió después del combate que el boxeo ya no lo emociona como antes (“ya no estoy loco por este deporte, ahora ya es trabajo”, declaró), y que prevé retirarse exactamente dentro de un año, cuando cumpla con las dos peleas que le faltan, su contrato con la cadena televisiva estadounidense Showtime.
En ese momento, Maidana deberá estar en una posición lo suficientemente expectante dentro de las clasificaciones del consejo como para ser aspirante natural al título vacante de los welters. Quizá, Danny García (si deja la corona de los welters junior y sube una categoría) y, por qué no, Manny Pacquiao (quien también evalúa irse pronto del pugilismo) se crucen en su camino. Sea lo que fuere (y contra quien fuere), Maidana no deberá perder su esencia de peleador indomable y vertiginoso. Su técnico Robert García y su nuevo preparador físico, el mexicano Raúl Robles, lo prepararon para que fuera un boxeador paciente y ordenado. Al final, no resultó ni una cosa ni la otra.
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