AUTOMOVILISMO Y MOTORES
LA FORMULA DEL FUTURO
Fernando Alonso fabricó una maniobra excepcional sobre Michael Schumacher y Kimi Raikkonen ganó en la última vuelta el GP de Japón, la carrera más excitante de los últimos años. Con ellos dos, el espectáculo de la Fórmula 1 está asegurado.
› Por Pablo Vignone
Dos curvas de todo el campeonato mundial de la Fórmula 1 cortan el aliento. Meten miedo. Una es Eau Rouge, en el Spa belga, una ese en subida que mide el tamaño del coraje. Por la línea ideal se puede tomar a fondo. La otra es la 130-R, un monumental curvón a la izquierda en el Suzuka japonés, que se dobla conteniendo la respiración a casi 300 km/h. El domingo a la madrugada, Fernando Alonso demostró en esa curva por qué tiene merecido el título de campeón del mundo.
El Grand Prix deJapón, la anteúltima carrera del Mundial 2005 disputada en la madrugada del domingo, fue, presumiblemente, la mejor competencia de la F-1 de los últimos tiempos a propósito de:
1. La grilla de largada mezclada, con los mejores pilotos partiendo desde el fondo a causa de la lluvia en la clasificación;
2. El hecho de que el campeonato estuviera ya definido, lo que tornó innecesaria la preocupación de los pilotos por especular con los puntos, permitiéndoles arriesgar más; y
3. La excepcional maniobra de Alonso para darle a entender a Michael Schumacher que su era ya forma parte de la historia.
Resulta que el español de Renault lo alcanzó como a mitad de carrera al alemán de Ferrari, y trabó con él un duelo simbólico por eso de la transferencia de la corona. El circuito japonés no ofrece, normalmente, buenos lugares para superar a los rivales y Schumi, ya veterano, ya zorro, ya vencido, comenzó a bloquear lícitamente (toda una rareza) los esfuerzos del flamante campeón.
Estaba claro que el Renault de Alonso era más rápido que la Ferrari, pero no había sector donde el español pudiera hacer valer esa superioridad. Al menos, no había un sector lógico –ni la frenada de la chicana que 16 años atrás popularizaron Senna y Prost, ni la recta principal–, de manera que Alonso tuvo que fabricarse un lugar.
Y eligió la 130-R. Una curva difícil para doblar solo, mucho más peleando con un rival, ¡muchísimo más si se dobla por afuera!
Desde que la McLaren comenzó a ganar a mediados de temporada y Kimi Raikkonen fue limando (aunque, se vio al final, infructuosamente) la ventaja del español, se ha sugerido que la consagración de Alonso no ha sido señalada por la justicia. Como si el mérito mayor para destronar a Schumacher lo hubiera cultivado el finlandés.
La maniobra, esa maniobra por afuera en la 130-R, barrió la discusión, parece. Después de superar a Schumacher en una forma atrevida y desprejuiciada, no se puede discutir la jerarquía, el derecho adquirido del piloto español a la corona que alguna vez fuera de Fangio. Aunque haya terminado tercero y enojado “porque hubiera podido ganar”.
Lo que no quita que Raikkonen habría sido, también, un justo campeón. Había largado en la 17ª posición, y faltando 15 vueltas estaba 20 segundos detrás del líder Giancarlo Fisichella. Aceleró tanto como para poder parar faltando ocho vueltas y quedar a cinco segundos del italiano.
Salió de los boxes con un ritmo impresionante y empezó a viajar más de un segundo por vuelta más rápido que el compañero de Alonso. Cuando tuvo a tiro al Renault, preguntó por radio a su box.
–Ya lo alcancé, ¿cuántas vueltas me quedan?
–Es la última –le contestaron.
Así que aceleró más, como si pudiera ser posible, y lo encaró al puntero al final de la recta principal, por la izquierda, cuando la primera, traicionera curva, es a la derecha. ¡Banzai! habría gritado Raikkonen a tono con la circunstancia. Dobló primero, hizo menos de seis kilómetros en la punta y logró su séptima victoria del año (va 7 a 6 sobre Alonso), acaso la mejor de su carrera.
Alonso tiene 23 años. Raikkonen tiene 24.
Con pibes como éstos, Schumacher tiene el futuro asegurado. En su mansión de Suiza.