TENIS › UN FINAL DE OTRO TORNEO
Si el nivel del campeonato fue mediano, la definición tuvo de todo, tras la suspensión por la lluvia y un cierre en el tie-break del tercer set. Juan Mónaco estuvo muy cerca de repetir su título de 2007. “Me aceleré un poquito”, reconoció.
› Por Facundo Martínez
El español Tommy Robredo logró ayer en el court central del Buenos Lawn Tennis Club lo que ningún otro tenista profesional ha conseguido en lo que va de este 2009: derrotó al tandilense Juan Mónaco por 7-5, 2-6 y 7-6 (5) en la final de la Copa Telmex, el ATP de Buenos Aires, y obtuvo su segundo título consecutivo en una semana, ya que el último domingo se había consagrado en el ATP de Costa do Sauípe, Brasil. Pero esta última victoria no fue fácil, ya que Mónaco también jugó en un gran nivel, lo exigió constantemente y hasta contó con chances como para repetir el título que había logrado en la edición 2007.
Bajo esa lluvia que molesta más de lo que moja, Mónaco (número 67 del ranking ATP) y Robredo (17) salieron a horario al court central del Buenos Aires Lawn Tennis. Pese a que se trataba de una final, no había mucho público, una constante del certamen, aunque esta vez mucho tuvo que ver la lluvia, que amenazaba con postergar el comienzo del encuentro. Lo que no sucedió, al menos hasta el arranque de la segunda manga.
En el inicio todo se desenvolvió sin sobresaltos. Ambos tenistas, lejos de arriesgar, jugaban a lo seguro, demostrándose respeto, estudiándose. La paridad duró hasta el décimo primer juego, cuando el español, que se había mostrado apenas superior e incluso había estado a punto de quebrar el saque del tandilense, consiguió lo que parecía imposible: un quiebre letal para definir el set con su servicio y cerrar la primera manga por 7-5. Mónaco había estado muy cerca de asegurarse el tie-break, pero falló.
Para entonces, el público había cubierto lentamente buena parte de las plateas del tradicional estadio. El partido regalaba buenos momentos y algunos de esos puntos que despiertan aplausos de propios y ajenos. Pero el apoyo era para Mónaco, sobre todo después de que éste sufriera su primer traspié.
Por orgullo o amor propio, el tandilense no se rindió frente a la adversidad y salió a disputar la segunda manga con muchísima autoridad, tal como había reaccionado en la jornada del sábado, cuando consiguió levantar un resultado adverso ante David Nalbandian para obtener luego su pasaje a la final. Arrancó defendiendo su servicio con autoridad, pero la lluvia obligó a la suspensión del partido, que se reanudó casi una hora después, luego de que los operarios del torneo terminaran de acondicionar la cancha.
El parate perjudicó a Robredo. Mónaco, en cambio, logró desplegar su mejor juego y moviendo de un lado para el otro al español, pero atacando por lo general su revés, consiguió quebrarlo en el cuarto juego para ponerse arriba por 3-1. Robredo le impidió confirmar el quiebre, pero Mónaco volvió a decir presente en el sexto y octavo juego para imponerse en la manga por un contundente 6-2.
El más intenso y el más entretenido de la tarde fue el tercer set. Con el envión de lo conseguido en el segundo, Mónaco arrancó arriba por 3-0. Robredo sufría sus propios errores y si bien tuvo una oportunidad para recuperarse en el tercer juego, recién logró hacerlo en el quinto para ponerse 3-2. Pero el tandilense, con mucha garra, recuperó terreno y volvió a quitarle el servicio al español para pasar a dominar la manga por 4-2.
Robredo supo reaccionar ante lo que parecía encaminado a una derrota y, a partir del séptimo juego, desplegó toda su solvencia y su espíritu de lucha, logró quebrar por segunda vez al argentino y asumió el protagonismo absoluto hasta que, tras levantar tres puntos para el quiebre, Mónaco se aseguró tie-break, que luego confirmó el español ganando el último juego.
Estaba para cualquiera de los dos, sólo restaba saber quién saldría mejor parado del tie-break que definiría el torneo, un cierre dramático para un certamen que solo en pocos momentos tuvo nivel.
Fue Robredo el que tomó la iniciativa para ponerse arriba primero 4-1 y luego 6-2. El público no se quería rendir ante la evidencia y le pedía a Mónaco un último esfuerzo, garra para no dejarse vencer.
Y Mónaco –que antes se había arrojado dos veces al piso, mordiendo el polvo húmedo, para pegarle a la pelota– volvió a mostrar su fortaleza, levantó el marcador hasta ponerse 6-5, pero falló con un drive paralelo y Robredo cerró el puño para festejar, bajo esa misma lluvia del arranque, su segundo título del año.
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