El español David Ferrer sacó a relucir su enorme categoría y se consagró campeón por tercer año consecutivo en el ATP de Buenos Aires, tras superar 6-4, 6-3 en la final al talentoso italiano Fabio Fognini, luego de una hora y cuarto de tenis de alto nivel.

Ferrer, quien será desde hoy el cuarto tenista del planeta (desplazará al tandilense Juan Martín Del Potro, que no pudo revalidar su título en Rotterdam y quedará quinto), impuso su juego agresivo y logró cortar la racha positiva de Fognini (14º), ante unas 5 mil personas que se acercaron hasta el Buenos Aires Lawn Tennis Club.

El alicantino ratificó que se siente a gusto en el ATP porteño y, además de lograr su título 21º, desplazó a Carlos Moyá (que conquistó 20 torneos) y se convirtió en el segundo español más ganador en la era abierta, detrás de un crack como Rafael Nadal, el número uno del mundo que atesora 61, incluidos ocho Roland Garros. Nadal, quien se ausentó del torneo porteño, jugará esta semana en Río.

Ferrer había superado en las rondas previas a dos sudamericanos, el argentino Máximo González (160º) y el colombiano Santiago Giraldo (57º); luego les ganó a dos compatriotas, Albert Ramos (92º) y Nicolás Almagro (18º); y esta tarde acabó con la racha de cinco finales consecutivas sobre polvo de ladrillo de Fognini.

Se llevó el primer set en forma ajustada por 6-4 con un quiebre de servicio muy oportuno, ya que le permitió llevarse el parcial en 37 minutos y a su vez establecer un dominio mental sobre el italiano.

Ferrer se adjudicó el parcial y puso a la defensiva a un rival que venía cansado (llevaba 10 victorias consecutivas sobre arcilla este año), al punto de que solicitó atención kinesiológica en el cuádriceps derecho en el séptimo punto del set inicial.

En el segundo parcial, Ferrer fue inteligente, ya que movió continuamente a su rival con derechas muy precisas y lo trajo a la red con drops, lo que terminó de desestabilizar el físico de Fognini, quien lucía cada vez más cansado. De todas maneras, el italiano sacó un par de reveses paralelos formidables, que hicieron poner de pie al estadio entero.

Ferrer no se inmutó cuando Fognini lo ridiculizó con un globo y otro revés paralelo de excelencia. Al contrario, continuó con su plan, no jugó dos pelotas iguales y por momentos se convirtió en un frontón, esto merced a que tiene una velocidad de piernas descomunal que le permitió llegar a pelotas imposibles.

El español es de los mejores del mundo sobre polvo de ladrillo y lo dejó claro una vez más, lo que le valió el reconocimiento unánime del público que, sin argentinos desde los octavos de final, se dio el gusto de ver en acción a un top-ten y a otro que va en camino de serlo muy pronto.